PATRICIA VILLEGAS / ENTREVISTA
Es sábado al mediodía y, en Caracas, el cielo encapotado no es que anuncia tempestad sino que ya estamos en medio de una. Raro cielo encapotado de febrero que impresiona desde el ventanal del despacho de Patricia Villegas, presidenta de Telesur, en lo alto de Boleíta Norte. Ella, sin embargo, no está pendiente de eso. Tiene su propia tempestad allí, en pantalla. Durante cuatro días, Telesur fue el único medio internacional en cubrir directamente los acontecimientos de Libia, y lo que mostró el corresponsal Jordán Rodríguez no coincidió con la información que otros medios –en su mayoría ausentes del lugar de los hechos– y las redes sociales difundieron por el mundo. Como una simple muestra de la discrepancia, el periodista venezolano no encontró, en sus recorridos por Trípoli, evidencia alguna del bombardeo que supuestamente ordenó el gobierno de Muamar al Gadafi sobre los manifestantes civiles. ¿Consecuencia? Acusaciones de manipular y tergiversar las noticias y hasta de encubrir un genocidio. ¡Vaya tormenta!
“Estamos acostumbrados a que nos acusen –dice Villegas–. Antes de que Telesur transmitiera su primera noticia ya nos estaban criticando por la promoción de una mujer que cantaba un tema de Caetano Veloso y que a alguien le pareció una apología de ETA. Cualquiera de nosotros está bastante curtido en ese sentido”.
Justo unas horas antes, Telesur había logrado insertar un segundo equipo reporteril, esta vez en Bengasi, ciudad bajo control de los opositores a Gaddafi. Y esa misma mañana, al menos otros dos medios internacionales habían comenzado a transmitir desde Libia: la agencia Reuters y la BBC de Londres.
— Basándose en la cobertura de Telesur, ¿Qué está pasando Libia?
— Nadie hoy por hoy puede decirlo, nadie. Telesur mostró la realidad que captó, una Trípoli que supuestamente había sido bombardeada, pero no hay rastros de eso. Eso ha sido objeto de burlas, de mofas de las que yo ni me ocupo. Yo les pregunto a los periodistas de aquí ¿Por qué sólo Telesur estaba en Libia?
— Muchos creen que fue por preferencia del gobierno libio… ¿La hubo?
— No, ninguna, ni siquiera entramos en contacto con el gobierno para ingresar. Llegamos por decisión propia, desde Italia en vuelo comercial. Incluso, nuestro equipo ha sido retenido y golpeado en dos oportunidades.
— ¿Confía plenamente en que se confirmará la versión de Telesur?
— Yo me siento orgullosa de mis equipos. Nos acogemos a nuestro manual de principios y valores según el cual, la verdad está por encima de cualquier circunstancia. La historia dirá. Así pasó en otras coberturas en las que hemos tenido un papel relevante, como el ataque de Colombia a Ecuador y la masacre de indígenas en Pando (Bolivia). Nos criticaron, pero ahí están las imágenes. Las palabras se las lleva el viento, pero las imágenes son documentos inalterables.
—Sin embargo, hay palabras que marcan mucho. Según el portal Código Venezuela, el corresponsal dijo que allá había “una fiesta, no una guerra”. Personalmente no lo escuché… ¿Lo dijo?
—(Se queda pensativa). Tendría que revisar la transcripción textual, no recuerdo que haya usado la palabra fiesta. Pero, más allá de una palabra, están las imágenes, que no son las de una ciudad bombardeada.
— No es novedad que Telesur se diferencie del aparato mediático internacional. Pero que haya discrepancias con canales alternativos como Al Jazira sí resulta extraño. ¿Cómo se explica?
— Bueno, ellos no han logrado transmitir en vivo desde Trípoli. Admiramos el trabajo de Al Jazira, que ha sido, es y seguirá siendo una cadena hermana. Las reflexiones acerca de las posturas, las omisiones o no, las intencionalidades o no de esta cobertura en particular, tendrán que hacerse a posteriori. Es muy aventurado e irresponsable adelantar opinión porque aún los hechos están sucediendo. No hay una situación consumada. Es muy cómodo juzgar, desde una oficina a un canal como Al Jazira que ha perdido a tanta gente por tratar de contar lo que tiene que contar. Cuando todo se repose podremos ver con mayor precisión.
— Telesur es una idea hecha realidad del presidente Chávez. ¿Hasta qué punto la política internacional de su gobierno dicta la línea editorial?
— Jamás he recibido una instrucción de sacar o no sacar una información por una orden del presidente Chávez, ni siquiera tangencialmente o mediante una insinuación o una sugerencia. Lo que pasa es que encarnamos la búsqueda de información contextualizada, una multiplicidad de voces y privilegios a las que nunca fueron escuchadas, y, claro, eso tiene absoluta sintonía con el proyecto político que encarna el Presidente. Hacemos parte, honrosamente, de ese proyecto político.
— Según sus informaciones de inteligencia, ¿A cuál país árabe están pensando mandar el próximo equipo?
— Jaja, no tenemos información de inteligencia, sólo seguimos los hechos, las noticias. Estamos mandando un refuerzo para el equipo de Bengasi. Vamos a intentar montarnos en la flotilla que va a Gaza en mayo. También estamos en Chile, en el aniversario del terremoto; y hemos estado en otras partes…pregúnteme por las protestas en Estados Unidos…
— De acuerdo, respóndase…
— Estuvimos en Wisconsin, y yo quisiera saber quién está cubriendo eso a fondo. No me digan que las agencias de noticias porque ellas dan imágenes y una que otra información, pero ¿quién ha mando periodistas que cuenten todo lo que está pasando?: Telesur.
— Si encuentran las evidencias del bombardeo, ¿Las veremos en la pantalla de Telesur?
— Por supuesto, por supuesto, todo lo que esté pasando… todo. Lo que la gente quiera ver y lo que no quiera ver; lo que a la gente le parezca acertado y lo que no. La cobertura de la situación de Libia, lo digo sin pretensión, es de primer nivel. Hemos difundido todas las voces, todas. Los que están de acuerdo con Gaddafi, los que no y también quienes dicen que el problema no es él, sino las intervenciones extranjeras y las apetencias por el petróleo. La verdad es la verdad, no tiene remedio.
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Caleña atada a Venezuela
Cuando a Patricia Villegas la designaron presidenta de Telesur, a finales de enero, la Universidad de El Valle (Cali, Colombia) lo destacó en su página Web como un gran logro de una egresada de su Escuela de Comunicación Social.
Otros comentarios en Internet no fueron tan edificantes. En los basureros digitales brotó la xenofobia: “¿Es que no hay periodistas venezolanos talentosos que nombraron a esa colombiana?”, y cosas peores, ya saben.
Trabajadora del canal desde antes de su salida al aire en 2005, ha sido reportera en situaciones de conflicto, figura ancla y entrevistadora estelar. Ahora, a pesar de su juventud, el cargo la obliga a dar consejos a los corresponsales que salen en peligrosas misiones al exterior. “Les decimos que su seguridad está por encima de la noticia, que el periodismo es un ejercicio del rigor y que tienen la responsabilidad de contar lo que está sucediendo”, resume la receta.
No sólo Telesur la ata a Venezuela. También su relación con el ministro del Poder Popular para Ciencia, Tecnología e Industrias Intermedias y vicepresidente para el área Económico Productiva, Ricardo Menendez .
Es inevitable la pregunta político-farandulera: ¿Cómo es eso de ser pareja de un ministro de Chávez… el Presidente deja algo para alguien más?
“No, que va, no deja. Ricardo y yo tenemos un matrimonio de una hora al día… por eso digo que va a durar mucho”.
CLODOVALDO HERNÁNDEZ/ESPECIAL CIUDAD CCS
FOTO ENRIQUE HERNÁNDEZ
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