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domingo, 24 de abril de 2011

El desafío técnico de construir un portaaviones




Ensamblar un portaaviones es una labor titánica, incluso mayor que lo que el tamaño de la nave hace suponer.

En Escocia, en el norte del Reino Unido, se está construyendo el Queen Elizabeth, que pesará nada menos 65.000 toneladas y tendrá una longitud de 180 metros. Darle forma supone ajustar los engranajes de una maquinaria técnica y humana muy compleja.

Unas 10.000 personas trabajan en el proyecto, que tiene un costo superior a los US$8.000 millones. Otros 25.000 empleados están dedicados a la construcción de los aviones Lockheed Martin F-35 que irán a bordo del buque de guerra.

Las distintas partes del portaaviones se fabrican en distintos puntos del Reino Unido y serán ensambladas en el muelle seco escocés de Rosyth por una enorme grúa traída por mar desde China.

El portaaviones llevará entre 12 y 40 cazas F-35, cada uno de ellos valuado en US$106 millones.

"Es el mayor proyecto de construcción de un buque que se haya realizado para la Marina Real y, en términos de ingeniería, es el segundo en importancia luego de las obras para los Juegos Olímpicos de 2012 en Londres", dice el hombre a cargo de toda la misión, David Downs.

"Por las noches no duermo, preocupado por este trabajo", dice -medio en serio y medio en broma- Downs, quien es director de ingeniería del consorcio Aircraft Carrier Alliance (ACA, por sus siglas en inglés).

Inmensidad

El portaaviones Queen Elizabeth y su gemelo, el Prince of Wales, serán mucho más grandes que los construidos hasta ahora en el Reino Unido, aunque más pequeños que los que se han ensamblado en Estados Unidos.

Downs y su equipo diseñaron los buques utilizando programas informáticos. Es decir que cada centímetro de la embarcación cuenta con un "mapa electrónico". Valiéndose de este modelo, durante la construcción las medidas serán tomadas con láser para asegurarse de que cada pieza encaje en su lugar.

Obras del portaaviones Queen Elizabeth

Una sola pieza, apenas el 1% del barco.

El jefe de los equipos de trabajo, David Thomas, ha estado supervisando la inserción de algunas de los 450 cabinas y 150 cubículos con duchas -todos prefabricados- que irán en las entrañas de la nave.

Lleva consigo un pequeño manual que le muestra dónde va cada pieza.

Cualquier persona que encuentre difíciles las instrucciones para armar muebles hogareños seguramente considerará que la guía de Thomas es inextricable.

El proceso de construcción de un portaaviones comienza con la llegada al muelle seco de inmensas láminas de acero, que se moldean de varias formas y tamaños -algunas de ellas muy pequeñas- y se sueldan entre sí.

A estos elementos se les agregan otros fabricados en otras parte del Reino Unido, como las ya mencionadas cabinas de los tripulantes.

Así, las diversas secciones del buque van agrandándose para dar forma a las distintas cubiertas.

"La construcción naval me fascina", confiesa Lyn Gordon, una aprendiz de 23 años que trabaja en el proyecto.

"Me doy cuenta de que, con el tiempo, todo esto será un portaaviones; las láminas de metal se convierten en componentes y estos, a su vez, forjan el Queen Elizabeth".

El segmento del portaaviones en el que trabaja Lyn, en un astillero de la ciudad de Glasgow, debe estar listo para el verano boreal y luego ser transportado hasta Rosyth.

Marea baja

Muelle seco

La grúa gigante traída de China está siendo erigida sobre el muelle seco donde tomará forma el buque.

El muelle seco está casi listo para el proceso de montaje del Queen Elizabeth.

Unos 50 obreros chinos están ayudando a erigir la grúa de 93 metros que llegó a Rosyth desde Shanghái, atravesando el puente sobre el río Forth durante la marea baja.

Se espera que el portaaviones esté listo en 2016 como muy pronto y no podrá entrar en acción hasta 2020.

La construcción de su buque gemelo, el Prince of Wales, tiene el mismo cronograma.

La idea del gobierno es que uno de ellos esté operativo mientras el otro se mantenga en guardia permanente.

Tras la clic decisión de darles de bajaal portaaviones Ark Royal y a su flota de aviones Harrier, la marina británica no contará con un recurso militar de este tipo durante casi una década.

Por eso, los almirantes siguen con suma atención, conscientes del desafío técnico que representa, el ensamblado de las piezas del gigante de Rosyth.

http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2011/04/110418_portaaviones_como_se_construyen_pl.shtml


jueves, 1 de octubre de 2009

Estructuración militar europea: un vacío vital

*Pedro Pitarch
Estrasburgo es un gran mirador del escenario europeo, así como el mando del Eurocuerpo es una singular atalaya de su dimensión militar. Desde ellos se constata con cierta pena el enorme déficit defensivo europeo, porque la ausencia de una capacidad defensiva propia, autónoma y suficiente margina a Europa en un futuro orden multipolar.

Jean Monet decía que Europa se unifica alrededor de grandes proyectos concretos. Pero en la seguridad y la defensa no se ha lanzado todavía un proyecto serio de vertebración. Y sin una sólida Europa de la defensa no habrá Europa política. Porque, más allá de declaraciones de tono europeísta y ansia mediática, los hechos muchas veces muestran desinterés (cuando no incompetencia) y agendas nacionales prioritarias. Falta liderazgo y voluntad política para comprometerse definitivamente con la Europa de la defensa. Por eso necesitamos el Tratado de Lisboa que, entre otras cosas, deberá abrir el camino a una Política Común de Seguridad y Defensa (PESD). Con Tratado (mejor) o sin él, hay que seguir perfeccionando lo que ya existe como, por ejemplo, el sistema de los battle groups, aún poco creíbles por su gran déficit de interoperabilidad; la formalización del Consejo de Ministros de Defensa, que vendrá cuando exista política común, o la Agencia Europea de Defensa, de tan enormes implicaciones industriales. Pero estos objetivos, reconozcámoslo, no son muy frescos.

La estructuración militar europea es un gran proyecto que demanda urgente actuación si se quiere realmente dar un impulso creíble a la PESD. Los cuarteles generales y unidades de fundamento genuinamente europeo no tienen una relación estructurada y formal con los órganos militares superiores de la Unión Europea (Comité Militar o Estado Mayor). Las relaciones entre unos y otros son casi "clandestinas", exceptuando la que existe entre el Eurocuerpo y la Brigada franco-alemana, que, aunque más formalizada, es perfectible. Y esa indefinición hay que resolverla abordando una estructura que dé sentido a la Europa de la defensa, la cual, como objetivo político, hay que construirla con y no contra los americanos. Y podemos hacerlo; al fin y al cabo, ellos también necesitan una Europa fuerte y unida.

De la misma manera, no es legítimo apuntalar la OTAN a base de pisotear las aspiraciones europeas. Habría que redimensionar a la baja las estructuras de la OTAN, abordar una estructura militar genuinamente europea (aunque fuera inicialmente sencilla para "echar a andar") y acordar a dos, Unión Europea y Estados Unidos, el mantenimiento de los necesarios niveles de seguridad continental durante ese proceso de transformación.

El primer gran paso de este gran proyecto sería el establecimiento de una vez por todas de un cuartel general europeo de operaciones, capaz de realizar el planeamiento y la conducción (éste es el aspecto clave) de las operaciones auspiciadas por la UE, así como de integrar las diversas capacidades de gestión de crisis (militares, civiles, policiales, etcétera) de la Unión. De ese cuartel general habrían de "colgar" luego, directa o indirectamente, los cuarteles generales, las unidades multinacionales y otras organizaciones como, por ejemplo, la eurogendarmería, todos ellos ya existentes.

Ante esta idea los otanistas, los de siempre y los conversos, saltan enseguida con el vetusto argumento de la duplicación. Les diría que la racionalización militar es un vacío vital, una necesidad urgente a satisfacer, naturalmente si se tiene la convicción de que los europeos no tenemos mejor destino común que Europa. Les añadiría que mejor sería que no fundamentaran su pánico en Europa, sino en un concreto teatro asiático donde paulatinamente se acrecienta el riesgo de dar al traste con la propia Alianza en poco tiempo. Por el contrario, duplicación es eso que el ministro francés Morin señalaba en el diario La Croix en marzo de 2008: "La OTAN debe someterse a una profunda racionalización: coste global, efectivos, número de estados mayores. Recordemos que la OTAN tiene un presupuesto de 2.000 millones de euros, más de 22.000 personas empleadas a jornada completa (para 66.000 personas en operaciones) y cerca de 300 comités diversos".

La nueva plantilla OTAN (en la que, por cierto, España ha salido regular) no disminuye precisamente el número de estrellas de generales y alimenta algunas estructuras ya superfluas, cambiando sus nombres y atribuyéndolas capacidades que ni tienen ni, previsiblemente, tendrán. ¿Y qué decir de la pléyade de grupos de trabajo y mentores de "generación espontánea" que, a lomos de los presupuestos de la OTAN (y nacionales), cabalgan alegremente de aquí para allá no se sabe bien para qué? Verdaderamente, todo esto sí que es una tremenda duplicación.

España presidirá la UE en el primer semestre de 2010. Puede ser una etapa de desarrollo unitario si, felizmente, el Tratado de Lisboa entra en vigor. Uno, al despedirse del mirador y de la atalaya de Estrasburgo, piensa que lanzar y abrir seriamente el camino para el vital proyecto de estructuración militar europea podría ser un gran objetivo de nuestra presidencia. Es una cuestión de voluntad, coherencia y competencia. ¿Las hay?

* Teniente General

http://www.elpais.com/articulo/opinion/Estructuracion/militar/europea/vacio/vital/elpepiopi/20090928elpepiopi_5/Tes