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viernes, 30 de octubre de 2009

El avispero de Af-Pak

CARLOS MENDO

Peshawar, Rawalpindi, Islamabad, Kandahar, Kabul. Son nombres que, hasta hace poco, había que recurrir para encontrarlos a la literatura de Rudyard Kipling -un paquistaní de Lahore si hubiera nacido en nuestros días-, o a los capítulos de la magna obra de Winston Churchill sobre la historia de los pueblos de habla inglesa dedicados a la aventura colonial británica en el sur de Asia, que se plasmó en la creación del British Raj o administración inglesa, que abarcaba desde Afganistán a la actual Myanmar.

Hoy, esos lugares protagonizan una serie casi diaria de matanzas indiscriminadas de civiles, hombres, mujeres y niños inocentes, masacrados unas veces en nombre del fundamentalismo islámico más extremista y otras por el odio intertribal alimentado por la etnia pastún, mayoritaria a ambos lados de la famosa línea Durand, que teóricamente divide Pakistán y Afganistán. Y digo teóricamente porque la frontera de más de 2.500 kilómetros que separa a los dos países a lo largo de la línea trazada en 1893 por el entonces secretario del Exterior del gobierno británico de la India, sir Mortimer Durand, para poner fin a la guerra anglo-afgana nunca ha sido totalmente aceptada por ninguno de los dos gobiernos por ambiciones territoriales de Afganistán y Pakistán sobre las zonas pastunes a ambos lados de la frontera.

Y para añadir gasolina a la hoguera existe otro factor de riesgo, que desestabiliza aún más, si cabe, la situación: la desconfianza genética de Pakistán, y en especial de sus fuerzas armadas, hacia la India, producto de tres guerras entre los dos países -dos por Cachemira y una tercera por la desmembración del Pakistán Oriental, hoy Bangladesh-, desde la partición del subcontinente decretada por Gran Bretaña en 1947 y que dio lugar al nacimiento de las dos naciones.

Buena prueba de esa desconfianza es que, a pesar de los mortales ataques talibanes en el corazón de las principales ciudades del país, dos terceras partes del Ejército paquistaní siguen concentradas no sólo en Cachemira sino en el resto de la frontera con la India. La ofensiva para reconquistar el valle del Swat en el centro del país fue contundente y todo un éxito para sus fuerzas armadas. La actual en Waziristán adolece de debilidad como si se pretendiera, en opinión de expertos militares occidentales, más que destruir a la guerrilla talibán, eliminar sólo a su cúpula. Como declaró el pasado viernes el enviado especial para la zona Richard Holbrooke, Estados Unidos está tratando de averiguar si el Ejército pretende simplemente "dispersar" a los militantes (de Waziristán) o, por el contrario, busca su destrucción, como desearía Washington. Después de todo, no sería la primera vez que los servicios secretos paquistaníes han utilizado a los talibanes para desestabilizar las zonas fronterizas de Afganistán y como agentes terroristas en la Cachemira india. A pesar de que Estados Unidos bajo la Administración Obama ha fundido acertadamente en una sola política, Af-Pak, la estrategia para los dos países y a pesar de una ayuda de 7.500 millones de dólares a Islamabad para los próximos cinco años, la cúpula militar paquistaní, cuyas relaciones con el Gobierno civil del presidente Asif Alí Zardari, se deterioran por momentos, es renuente a emplearse a fondo en las zonas tribales.

Y tiene motivos para esa renuencia, que nace de la desconfianza hacia la fiabilidad de Estados Unidos como aliado de Pakistán en el futuro. No sólo no comprenden que Washington, que recientemente ha consagrado a la India como potencia nuclear a pesar de no ser firmante del Tratado de No Proliferación, no presione a Nueva Delhi para conseguir un acuerdo en el tema de Cachemira, sino que recuerdan la estampida de Estados Unidos en Afganistán una vez consumada la retirada soviética del país en 1989. Y las indecisiones de Obama en la definición de una nueva estrategia y en el envío de tropas a Afganistán, unida a la suicida actitud abandonista predominante en los países europeos de la Alianza Atlántica integrados en la ISAF, no hacen sino incrementar ese temor paquistaní.

Éste es el panorama que ha encontrado Hillary Clinton en su primera visita como secretaria de Estado a Islamabad, saludada por los terroristas con una matanza de cerca de 100 personas en Peshawar el día anterior. Y las promesas de amor eterno o las declaraciones de que "la lucha de Pakistán es la lucha de Estados Unidos" son necesarias y oportunas. Pero, por sí solas, no van a cambiar la percepción del problema. Se trata de una cuestión de liderazgo, que imprima una confianza basada en la determinación. Y ese liderazgo y esa determinación están ausentes, por ahora, en Washington.

http://www.elpais.com/articulo/internacional/avispero/Af-Pak/elpepiint/20091030elpepiint_11/Tes#

domingo, 18 de octubre de 2009

El euro gana peso como moneda de reserva de los bancos centrales

CLAUDI PÉREZ

"El dólar ya no es lo que era", dice uno de los malos en la última entrega de la saga James Bond mientras reclama un pago en euros contantes y sonantes. El cine como metáfora: el reinado de la divisa estadounidense está (una vez más, y van casi 20 años así) en entredicho.

"El dólar ya no es lo que era", dice uno de los malos en la última entrega de la saga James Bond mientras reclama un pago en euros contantes y sonantes. El cine como metáfora: el reinado de la divisa estadounidense está (una vez más, y van casi 20 años así) en entredicho. El euro empieza a hacerle sombra. Un déficit público nunca visto en tiempos de paz, una política de tipos de interés sin precedentes, al 0%, una Gran Depresión financiera, el reventón de la burbuja inmobiliaria y la lenta -pero que muy lenta- recuperación prevista en EE UU se combinan en un cóctel que ha dejado temblando al billete verde.

La debilidad estadounidense se refleja más que nunca en su moneda. La semilla de la desconfianza ha arraigado de tal manera que el euro gana peso como divisa de referencia: los bancos centrales de todo el mundo acumularon más de la mitad de sus reservas en euros entre abril y junio, según Barclays Capital. Es la primera vez que eso ocurre en un periodo de alta demanda (cuando los bancos centrales acumulan más de 80.000 millones de dólares en un trimestre). Y es también la primera vez que la cuota de dólares comprados baja al 37%.

Todo suma: la moneda europea sigue batiendo marcas y cotiza ya rozando los 1,5 dólares por unidad, el máximo en más de 14 meses y por encima de los niveles previos a la quiebra de Lehman Brothers, epítome del desfallecimiento de Wall Street y del pinchazo de la economía norteamericana en los últimos tiempos.

El oro está también en máximos, y el mercado petrolero se recalienta por momentos. La causa es siempre la misma: ese declive del dólar. El euro está lejos aún de los 1,60 dólares que alcanzó en abril de 2008, pero los analistas no descartan que siga escalando hasta esa cota. No se trata de que la economía europea esté fuerte: son Estados Unidos y su divisa quienes flaquean.

La cuota de mercado del dólar en las divisas mundiales baja a medida que sube la del euro. Según el Banco Internacional de Pagos de Basilea -una suerte de banco central de bancos centrales-, el dólar suponía aún el 62,8% de las reservas mundiales al cierre del primer semestre. Pero esa cifra no deja de caer: a finales de 2008 estaba en el 64%. "Se trata de una tendencia que se viene arrastrando desde hace 10 años", asegura Pablo Guijarro, de AFI. "Pero aun así, y a pesar de todas las presiones, la pérdida de protagonismo es y va a seguir siendo muy gradual", añade.

"Mezclado, no agitado". El cóctel de martini y vodka del agente 007 describe bien lo que debe pasar también en el mercado de divisas para que los tipos de cambio contribuyan a reequilibrar el crecimiento mundial y no provoquen graves desórdenes, como ha ocurrido en crisis financieras del pasado. Se trata de introducir progresivamente otras divisas como monedas de referencia que mezclen bien con el dólar para reducir riesgos, como el euro, el yen japonés y paulatinamente el yuán chino, en un proceso gradual, sin grandes agitaciones.

"A nadie le interesa un shock en el mercado de divisas", avisa Guijarro. "Que el dólar ceda terreno es positivo, pero ni el mercado del euro ni el de ninguna otra moneda son comparables en profundidad y liquidez al del dólar", advierte Guijarro.

El desplome del billete verde ha cogido velocidad en las últimas semanas por la conjunción de las presiones especulativas de los inversores, ávidos por endeudarse más barato, y por la propia fragilidad de la recuperación de la primera potencia mundial. Además, la carrera a la baja del dólar iría a más de no ser por la intervención de algunos bancos centrales asiáticos para impedir una mayor devaluación. El pánico asociado a la crisis provocó una subida del dólar al inicio de las turbulencias. Pero en estos seis meses la recuperación del apetito por el riesgo ha provocado la salida del dinero refugiado en el dólar.

"Japón y la zona euro están empezando a quejarse de la depreciación acumulada, porque perjudica su recuperación. Pero esas amenazas son aún muy veladas", sostiene Antonio Villarroya, de Merrill Lynch en Londres. "No va a haber un desplome pero sí un movimiento a la baja sostenido", afirma el economista jefe de Intermoney, José Carlos Díez.

Un dólar débil beneficia la recuperación estadounidense a través de sus exportaciones. Y encarece las ventas al exterior del resto del mundo. Las declaraciones del presidente del Banco Central Europeo han ido cambiando. "Las autoridades a ambos lados del Atlántico" están dispuestas a cooperar "de manera apropiada" aseguró Jean-Claude Trichet el jueves en Venecia. Los intérpretes del siempre oscuro banquero central francés dicen que ése podría ser un primer paso hacia una intervención en el mercado de divisas.

http://www.elpais.com/articulo/economia/euro/gana/peso/moneda/reserva/bancos/centrales/elpepueco/20091019elpepieco_3/Tes

domingo, 4 de octubre de 2009

El fascismo despierta en Italia

MIGUEL MORA

Más de 55.000 personas afiliadas; decenas de grupos 'ultras' en los estadios de fútbol; bandas de rock nazi o identitario; agresiones contra extranjeros, negros, homosexuales. Bajo el sonriente paraguas de Silvio Berlusconi, vuelven a Italia las consignas totalitarias y la violencia fascista.

La primera imagen del documental Nazirock, filmado por el periodista Claudio Lazzaro, es la manifestación celebrada en Roma, el 2 de diciembre de 2006, contra el Gobierno de Romano Prodi. Ante dos millones de personas, una avioneta enseña el cartel "Silvio, te echamos de menos"; se ven algunas esquelas del "Gobierno Mortadella", se oyen gritos de "Prodi va fan culo", "malditos jueces comunistas", "Gobierno de ladrones y terroristas", "espías del KGB", y "viva il Duce". Luego suena Volare, Berlusconi sube al escenario al son de Azurra libertà, el himno de su coalición, y el líder posfascista Gianfranco Fini se pone poético y define al grupo del que pronto formará parte como una "obra de arte de la libertad".

Después, el líder, sonriente, pelo implantado, zapatos con alzas, 70 años, presenta a los nuevos fichajes de la coalición Casa de la Libertad. Son Alessandra Mussolini, parlamentaria europea, nieta del Duce, líder de Acción Social y promotora de un pool electoral en el que figuran varios personajes de postín: Roberto Fiore, secretario general de Fuerza Nueva, condenado a nueve años por pertenencia a banda armada; Luca Romagnoli, líder del grupo neofascista Fiamma Tricolore, fundado por el fascista Pino Rauti, acusado y nunca juzgado por dos atentados mortales en los años de plomo, y Adriano Tilgher, condenado en 1975 por tratar de fundar un partido fascista, absuelto por falta de pruebas en el proceso del atentado de Bolonia de 1980 (85 muertos).

Como sus amigos, Romagnoli es un hombre con empuje: niega el Holocausto y afirma que Hitler fue un gran estadista. La cámara de Lazzaro le graba subiendo al palco y acercándose a Berlusconi con una bandera de la Fiamma Tricolore. Berlusconi la acaricia y la ondea sin dejar de sonreír. Sabe que ese 2% de los votos que puede rascar con la nueva vieja derecha es oro puro. "Hacía unos meses, Il Cavaliere había perdido las elecciones por 20.000 votos, y para lanzarse al acoso y derribo contra Prodi decidió que no podía renunciar a priori a la extrema derecha", explica Lazzaro. "De modo que los invita al acto y los legitima. Por un puñado de votos".

Apenas trece meses después, en enero de 2008, el Gobierno de centro-izquierda pierde una votación de censura por culpa de un tránsfuga cooptado por Berlusconi. Hay nuevas elecciones. Prodi se retira, y la feroz campaña que agitan los medios y las televisiones de Il Cavaliere, sus protestas contra la inseguridad ciudadana y sus promesas de mano dura contra el inmigrante/delincuente cumplen su objetivo.

Aliado con la Liga Norte y con los posfascistas de Alianza Nacional, Berlusconi gana por amplia mayoría (44%) con su mensaje optimista, xenófobo y personalista en el que no faltan guiños a la Mafia (el último día sostuvo en televisión que Vittorio Mangano, mafioso y asesino convicto, fue un héroe porque nunca le denunció). El Partido Democrático de Walter Veltroni logra 12 millones de votos y un 33%, pero no evita una crisis que dura todavía; la Liga entra al Ejecutivo con su 8%, que se traduce en varios ministerios, entre ellos el de Interior. Forza Nuova obtiene 108.837 sufragios. Y la amiga filofascista de Berlusconi, Daniela Santanché, llega al 2,4% aliada con Fiamma Tricolore. El Caimán ha vuelto.

Mientras el rumbo demagógico que marcó el país entre 2000 y 2005 se pone otra vez en marcha, asoman signos de que algunos usos y costumbres de la Italia fascista (1922-1943) están despertando sin que nadie haga nada por evitarlo. En tres años, de 2005 a 2008, se registraron 262 casos de violencia fascista contra jóvenes de los centros sociales, inmigrantes, gays, gitanos. Y más de cien actos vandálicos contra sedes de partido, lápidas y monumentos partisanos. Cada año, 600.000 italianos dejan su tarjeta de visita en la tumba de Benito Mussolini. Cada domingo, decenas de grupos de extrema derecha toman con sus gritos y su parafernalia nazi-fascista los centros de las ciudades con la excusa de animar a su equipo. Como en España, sí. Pero distinto. El discurso anticomunista de Berlusconi y la retórica racista de la Liga Norte resuenan a todas horas desde los medios del magnate de la televisión y forman una ensordecedora espiral de ruido y furia.

El éxtasis de la nostalgia fascista es la histórica victoria electoral del ex picchiatore (combatiente en las peleas callejeras contra los rojos de los años ochenta) Gianni Alemanno en la segunda vuelta de las municipales de Roma. Por primera vez desde 1943, un fascista (posfascista) se sienta en el capitolio de la Ciudad Abierta. Para festejarlo, sus seguidores suben hasta el Campidoglio haciendo el saludo romano. Berlusconi, que celebra el éxito sentándose en las rodillas a la abeja reina de las velinas, Sabine Began, hace una de sus ocurrentes bromas: "Somos la nueva falange romana".

Unas semanas más tarde, el 1 de mayo de 2008, Nicola Tommasoli, un diseñador gráfico de 29 años, es apaleado por un grupo de jóvenes neofascistas en el centro histórico de Verona. La razón: se había negado a darles un cigarrillo. Tommasoli muere en el hospital y la policía arresta a tres de sus agresores: Raffaele delle Donne, Guglielmo Corsi (ambos de 19 años) y Andrea Vesentini, de 20. Forman parte de un grupo de aficionados ultras del Verona, el Veneto Fronte Skinheads, y habían sido investigados antes por agresiones racistas. Un tribunal acaba de condenar a cuatro de ellos (Vesentini ha sido absuelto) a un total de 50 años de cárcel.

En la banda de Delle Donne, apodado Il Biondino, figuran 17 jóvenes ultras, skinheads y neofascistas; algunos, hijos de empresarios e industriales, otros, de obreros. Según el fiscal de Verona, Guido Papalia, "actuaban como la banda de La naranja mecánica, y esperaban encontrar, si no el aplauso, al menos la indulgencia de sus paisanos".

Verona, la ciudad de Romeo y Julieta, está regida con mano de hierro por un alcalde de la Liga Norte, Flavio Tosi, una de las estrellas emergentes de la formación padana. Tosi pide "penas ejemplares" para los culpables. En 2007, tras ser elegido con el 60% de los votos, había expulsado a los gitanos de la ciudad alegando que "perturbaban la belleza del centro histórico".

La banda se limita a seguir el ideario y el estilo impuesto por los alcaldes-sheriff que dominan el opulento Noreste italiano. Territorio Padania. Camisas verdes (título de otra película de Claudio Lazzaro sobre el racismo lombardo nunca estrenada en Italia). Ciudades-Estado contra los barbarrojas del Sur. Gente como Giancarlo Gentilini, hoy vicealcalde de Treviso, un tipo cordial y gritón, grande como un armario, considerado el regidor más fascista de Italia y que justo en aquellos días inicia, a sus 78 años, su cuarto mandato como sheriff.

En ocho años de alcaldía y cinco de vicealcaldía, la política de "tolerancia doble cero" de Gentilini se ha convertido en el modelo de la Liga Norte y el PDL de Berlusconi para afrontar el complejo fenómeno de la inmigración. "Han salido muchos sheriffitos, pero el auténtico sheriff soy yo", dice Gentilini a este diario en una entrevista realizada en mayo de 2008. Y añade: "Lo he hecho todo aplicando las enseñanzas del fascismo y el catolicismo".

Es decir: "Apliqué el Evangelio según Gentilini, la tolerancia doble cero y el respeto a las leyes. En tres meses desaparecieron los lavacoches y los mendigos, y en un año echamos a los vendedores de falsos de pacotilla y baratijas. Yo no soy xenófobo, pero odio a los camellos, a las prostitutas, el comercio de armas, y no puedo tolerar a los gitanos. De hecho destruí dos campamentos nómadas porque eran refugio de gente que robaba noche y día. No puedo consentir que niños gitanos de seis o siete años roben a nuestros ancianos".

No se trata de folclor. Más allá de la pintoresca pantalla de las velinas y las prostitutas convertidas en candidatas, la caza del gitano y el clandestino ha ocupado al Gobierno italiano durante el primer año de legislatura. Una ofensiva racial en toda regla, alentada por los medios de la derecha y tolerada por los del centro-izquierda, elaborada con medidas como el censo de la población romaní, menores incluidos, y con múltiples disposiciones represivas, todas ellas condenadas (sin mucho énfasis) por los organismos internacionales: continuo desmantelamiento de chabolas sin alternativa de realojamiento, malos tratos y vejaciones policiales, acusaciones falsas y detenciones ilegales, condenas judiciales sin pruebas, reglas contra la mendicidad que contemplan la exacción de los menores a sus familias, nula integración escolar...

Una persecución sistemática, disfrazada de labor humanitaria. No muy distinta, según la ONU, de la emprendida por Bulgaria o Eslovenia, y que, a pesar de las reiteradas condenas del Parlamento Europeo, ha logrado su objetivo principal: echar del país a los gitanos, rumanos sobre todo, hasta dejar una cifra testimonial. Según Roberto Malini, director de la ONG EveryOne, de los 165.000 gitanos que había residiendo en Italia en 2008, hoy quedan cerca de 35.000, italianos incluidos, y la presencia de rumanos se ha reducido al mínimo, "unos 3.000". "Con la excusa de la emergencia, el Gobierno ha dado 24 millones de euros para construir nuevos campamentos-guetos. Y el Consejo de Estado dijo el 5 de agosto que era legal la toma de huellas digitales y la obligación de portar tarjetas identificativas en el pecho con la palabra rom".

En vista del clima reinante, un aficionado ultra se permitió decir hace unos meses en una radio temática de aficionados violentos: "Personalmente, estoy en contra del odio a las personas de color del centro de África... Pero, sinceramente, un gitano destrozado a golpes de cadenas o torturado como un perro, me gustaría". Y añadía: "Qué desgracia que Hitler se preocupara sólo de los judíos y no mucho de ellos".

Si se observa de cerca, la política emprendida por el Gobierno Berlusconi frente a las minorías y los inmigrantes, con el Paquete de Seguridad impulsado por el ministro del Interior Roberto Maroni (Liga Norte), no ha tenido en estos meses gran cosa que envidiar al ideario de Forza Nuova. De hecho, eso afirma el propio portavoz romano de la agrupación (5.500 inscritos), Gianguido Saletnich, que ha respondido a un cuestionario por correo electrónico: "Este Gobierno ha hecho suyas muchas ideas de Forza Nuova, como el cierre de las fronteras a los clandestinos o el uso de militares para vigilar el territorio, cosas que habíamos propuesto nosotros primero en la campaña electoral".

Pero donde el sheriff Gentilini ha creado escuela es en el trato dispensado a los homosexuales. Él fue el primero que acometió una "limpieza étnica de maricones". Lo explicaba así en la entrevista: "Junto al hospital de Treviso hay un aparcamiento, y algunos vecinos vinieron a decirme que había allí hombres y mujeres que de madrugada pedían prestaciones. La gente estaba aterrorizada. Pedí a la comandante de la policía municipal que investigara, me dijo que, en efecto, había allí homosexuales, lesbianas y otras especies de esa categoría, dije que en tres días quería ese lugar liberado, los arrestamos, los identificamos e hicimos la limpieza. Dijeron que soy un homófobo, pero no es verdad. Cada cual es árbitro de su propio cuerpo. Soy incluso favorable a la prostitución libre, pero las efusiones amorosas no pueden realizarse en los espacios municipales. En clubes y casas, lo que quieran, pero sin penalizar a los ciudadanos. Me compararon con las leyes raciales de Hitler. Bah, un ardid para vender periódicos".

Algunos italianos parecen compartir las creencias de Gentilini sobre los homosexuales. En un país donde en nombre de la religión (y de la escasa valentía del centro-izquierda) todavía no hay una ley de parejas de hecho, los gays ya ni sueñan con ver reconocidos sus derechos. El sentimiento lo ejemplifica Roberto Fiore, líder de Forza Nuova, que en una arenga a sus chicos en la película Nazirock afirma: "Levantaremos las barricadas contra el matrimonio homosexual, los valores cristianos son valores santos, son valores príncipe".

En los últimos meses, la falta de reacción oficial ante los continuos ataques que ha sufrido la comunidad gay ha sembrado el pánico en ese sector de la población. Tras el encadenamiento de agresiones (más de 60 sólo este año) en Roma, Florencia, Milán y Nápoles a manos de encapuchados de extrema derecha, las asociaciones de homosexuales han denunciado que en el país "se ha instalado la licencia de agredir gracias a la deriva violenta de la falsa propaganda: un Decreto de Seguridad que no defiende a nadie, la instigación a la violencia escuadrista y la homofobia son las verdaderas alarmas sociales de este país".

El pasado 26 de agosto, una pareja de turistas gays fue agredida por un grupo de jóvenes en pleno centro histórico de Nápoles, ante la indiferencia general. Poco después, un grupo de homosexuales pidió asilo político de forma simbólica en el consulado español de Milán.

La batalla contra el diferente, todo tipo de diferente, es una reivindicación histórica de la Liga Norte. "Su racismo de taberna puso primero en el punto de mira al terrone, el paleto meridional; luego a los albaneses, los negros, los gitanos, finalmente los árabes", cuenta Claudio Lazzaro. La teoría de Gentilini sobre los musulmanes, que se inspira en viejos discursos de Umberto Bossi, líder de la agrupación, es ésta: "Hay que aplicar la religión de Estado eliminando los intentos de construir mezquitas, porque son lugares de encuentro y refugio de gente de la que no se sabe su identidad, ni de dónde vienen. Y es inútil que me digan que una mezquita es como una iglesia, porque ya sabemos que el islam persigue la eliminación del infiel, mientras el cristianismo se inspira en el perdón y la conversión".

La otra petición histórica de la Liga son las patrullas ciudadanas, la llamada justicia fai da te, que el Gobierno ha legalizado finalmente este año creando una encendida polémica. Las patrullas denotan una desconfianza ancestral en las fuerzas del orden estatales. "La Liga siempre ha aspirado a tener su propia policía para controlar el territorio", explica Lazzaro. "Las patrullas son el primer paso".

Berlusconi, que tantas veces ha deslegitimado a los jueces, y que recientemente ha acusado a los fiscales anti-Mafia de usar el dinero público para investigar historias que "sólo intentan hacer daño al país", ha recortado drásticamente los recursos destinados a las fuerzas de seguridad. Los sindicatos policiales han denunciado que nunca desde la II Guerra Mundial habían sufrido semejantes recortes.

A falta de policías, los sábados por la noche, con el buen tiempo, los jóvenes violentos de Verona patrullaban la ciudad en "rondas preventivas" contra los inmigrantes. Hacían la justicia por su cuenta. Pegaban a gente de color, a vendedores de khebab, a italianos del sur. "Les bastaba encontrar a uno que llevaba el pelo largo y la emprendían a golpes", dijo el fiscal de Verona.

El ataque al diseñador gráfico Tommasoli no tuvo siquiera connotaciones políticas. Según la fiscalía, se trató de un acto de violencia gratuita contra alguien que, simplemente, era diferente: "Aunque los agresores tienen símbolos nazis en casa, su única ideología es el odio al diferente", explicó el fiscal. "Al que no se viste como nosotros, no come lo mismo, no habla con nuestro acento, al que, según ellos, ofende el decoro de la ciudad".

"No nos drogamos, no bebemos, somos gente de orden", dijo Delle Donne tras entregarse a la policía. "Un buen chico sin vicios, hijo de la buena burguesía, estudiante, como tantos otros por estos lares que pensaban limpiar el mundo matando gente", apostilló el fiscal.

El Veneto Fronte Skinheads es una organización de extrema derecha "muy arraigada en el territorio". Por desgracia, no es la única. Un informe de los Servicios Secretos reveló hace unos meses que en Italia hay al menos 55.000 jóvenes y 65 grupos ultras de inspiración neonazi y neofascista actuando, sobre todo, en el norte, Trentino Alto Adige y Véneto, pero también en Emilia Romaña, Toscana, Lazio.

El director de la Policía de Prevención, Carlo de Stefano, aclara que el objetivo de esos grupos no tiene ya nada que ver con el fútbol: "Les mueve la violencia en sí misma, contra el distinto por el color de piel, el credo religioso o simplemente la manera de vestir". "No tienen valores culturales ni políticos", añade este jefe antiterrorista italiano, "salvo la discriminación, la xenofobia y el racismo".

El fenómeno preocupa cada vez más a la opinión pública. El libro-reportaje Oltrenero [Más allá del negro], del fotógrafo Alessandro Cosmelli y el reportero Marco Mathieu, cuyas poderosas fotos ilustra este texto; los ensayos de Saverio Ferrari, miembro del Observatorio Democrático de las Nuevas Derechas, o las películas de Claudio Lazzaro ponen de manifiesto que, como ha dicho el escritor siciliano Andrea Camilleri, creador del comisario Montalbano, "Italia nunca ajustó las cuentas con el fascismo, y éste está resurgiendo en formas nuevas".

Ferrari, autor de Le nuove camiccie brune [Las nuevas camisas pardas], que se editó en abril, habla de un salto de calidad y de cantidad en ese fenómeno: "Ha habido dos muertos y siete intentos de homicidio, ya no son sólo ataques contra las sedes de la izquierda. Ahora golpean a las personas: militantes jóvenes, homosexuales, inmigrantes, redskin. La característica fundamental es que cada vez más se ataca con cuchillos, método copiado de las curvas de los estadios, de las aficiones, que monopoliza la extrema derecha. El fenómeno se ha hecho cada vez más nazista y menos fascista, en línea con los otros países europeos. Los que quedaron fuera de la legitimación del posfascismo se han volcado hacia el nazismo, usan iconografías de las SS, copian modelos políticos de los viejos colaboracionistas, como la Guardia de Hierro rumana, y claman contra los judíos. Pese a todo, la derecha del Gobierno se sigue aliando con estos grupos, les sirve de contenedor, les ofrece espacio en el PDL y legitima el racismo y el fascismo. En Milán, hace unos días, Mario Borgezio, parlamentario europeo de la Liga, se ha aliado con un círculo neofascista llamado Cuore Nero".

Al mismo tiempo, la violencia en las ciudades es cada vez menos política, explica Ferrari. "Los jueces han detectado la presencia de bandas criminales en las curvas [de los estadios], que son lugares de comercio y negocios. Por ejemplo, en la afición del Inter, la Juventus, el Milan, que históricamente era más de izquierda y hoy está dominada por Los Guerreros Ultras, una banda criminal sin ideología. No estamos ya ante un fenómeno político cultural o deportivo, sino ante bandas de delincuentes que hacen negocios vendiendo entradas, droga, souvenirs. Aunque muchos grupos neofascistas han hecho proselitismo en los estadios".

Otro de los epicentros del fenómeno es Casa Pound, un movimiento y un centro social neofascista, llamado así en honor del poeta estadounidense Ezra Pound, situado en un edificio ocupado en 2003 en el barrio Esquilino de Roma. Su líder es Gianluca Iannone, periodista, ex miembro del Frente de Juventud (juventudes del Movimiento Social Italiano) y fundador de un sello discográfico independiente y de una banda de rock, los Zetazeroalfa. En sus conciertos, sus seguidores bailan mientras se pegan unos a otros con los cinturones. Iannone ha sido candidato a la cámara de diputados por Fiamma Tricolore y ha fundado Radio Bandera Negra.

El fútbol, el culto a Hitler, la música hardcore y el rock identitario, las ocupaciones de casas, la nostalgia del grupo Terza Posizione, que sembró el terror a finales de los setenta; el Blocco Studentesco, que reventó hace unos meses las protestas estudiantiles contra la reforma educativa del Gobierno; las agresiones continuas, las ideas de la Liga y de Forza Nuova elevadas a leyes de Estado, las frases revisionistas de Berlusconi sobre Mussolini ("no mató a nadie, mandaba a los opositores de veraneo"), y el férreo control de los medios de comunicación que ejerce el primer ministro conforman un panorama confuso, opaco, cada día más inquietante.

En Nazirock, una voz española, la de Manuel Andrino, jefe de Falange, hablando ante el congreso de Forza Nuova, aporta claridad: "¡Adelante, camaradas, hasta el exterminio total de los enemigos!".

"Legitimado, si no alentado desde el poder, cabalgando a lomos de la industria del miedo agitada por los medios de Berlusconi, y azuzado por la ignorancia, el nuevo fascismo italiano ha salido de las alcantarillas", afirma Claudio Lazzaro. "Pero sería erróneo afirmar que estamos en una dictadura y que Berlusconi es un neofascista. La historia no se repite nunca de la misma forma. Estamos frente a algo nuevo, ante una anomalía de los cánones de la democracia equivalente sin duda a lo que el fascismo representó en su día. Es un nuevo tipo de dictadura que trata de eliminar la separación de poderes y de esclavizar a la prensa. Es sin duda una deriva antidemocrática".

"Quizá se pueda llamar empresarismo autoritario", concluye Lazzaro, porque Berlusconi se comporta como un consejero delegado, y considera que la prensa y las televisiones son su órgano de información. En 15 años ha modificado el ADN de los italianos, ha sacado lo peor de nosotros y ya no nos reconocemos. Pero su técnica de marketing político es sencilla, estaba ya en Mi lucha, de Hitler: haz feliz al más ignorante, dirígete al más estúpido de la masa y así llegarás a los grandes números. Se trata de entenderlo, de darle un nombre y de combatirlo. Pero me temo que cuando lo hayamos entendido será demasiado tarde".

http://www.elpais.com/articulo/portada/fascismo/despierta/Italia/elpepusoceps/20091004elpepspor_8/Tes

jueves, 1 de octubre de 2009

Estructuración militar europea: un vacío vital

*Pedro Pitarch
Estrasburgo es un gran mirador del escenario europeo, así como el mando del Eurocuerpo es una singular atalaya de su dimensión militar. Desde ellos se constata con cierta pena el enorme déficit defensivo europeo, porque la ausencia de una capacidad defensiva propia, autónoma y suficiente margina a Europa en un futuro orden multipolar.

Jean Monet decía que Europa se unifica alrededor de grandes proyectos concretos. Pero en la seguridad y la defensa no se ha lanzado todavía un proyecto serio de vertebración. Y sin una sólida Europa de la defensa no habrá Europa política. Porque, más allá de declaraciones de tono europeísta y ansia mediática, los hechos muchas veces muestran desinterés (cuando no incompetencia) y agendas nacionales prioritarias. Falta liderazgo y voluntad política para comprometerse definitivamente con la Europa de la defensa. Por eso necesitamos el Tratado de Lisboa que, entre otras cosas, deberá abrir el camino a una Política Común de Seguridad y Defensa (PESD). Con Tratado (mejor) o sin él, hay que seguir perfeccionando lo que ya existe como, por ejemplo, el sistema de los battle groups, aún poco creíbles por su gran déficit de interoperabilidad; la formalización del Consejo de Ministros de Defensa, que vendrá cuando exista política común, o la Agencia Europea de Defensa, de tan enormes implicaciones industriales. Pero estos objetivos, reconozcámoslo, no son muy frescos.

La estructuración militar europea es un gran proyecto que demanda urgente actuación si se quiere realmente dar un impulso creíble a la PESD. Los cuarteles generales y unidades de fundamento genuinamente europeo no tienen una relación estructurada y formal con los órganos militares superiores de la Unión Europea (Comité Militar o Estado Mayor). Las relaciones entre unos y otros son casi "clandestinas", exceptuando la que existe entre el Eurocuerpo y la Brigada franco-alemana, que, aunque más formalizada, es perfectible. Y esa indefinición hay que resolverla abordando una estructura que dé sentido a la Europa de la defensa, la cual, como objetivo político, hay que construirla con y no contra los americanos. Y podemos hacerlo; al fin y al cabo, ellos también necesitan una Europa fuerte y unida.

De la misma manera, no es legítimo apuntalar la OTAN a base de pisotear las aspiraciones europeas. Habría que redimensionar a la baja las estructuras de la OTAN, abordar una estructura militar genuinamente europea (aunque fuera inicialmente sencilla para "echar a andar") y acordar a dos, Unión Europea y Estados Unidos, el mantenimiento de los necesarios niveles de seguridad continental durante ese proceso de transformación.

El primer gran paso de este gran proyecto sería el establecimiento de una vez por todas de un cuartel general europeo de operaciones, capaz de realizar el planeamiento y la conducción (éste es el aspecto clave) de las operaciones auspiciadas por la UE, así como de integrar las diversas capacidades de gestión de crisis (militares, civiles, policiales, etcétera) de la Unión. De ese cuartel general habrían de "colgar" luego, directa o indirectamente, los cuarteles generales, las unidades multinacionales y otras organizaciones como, por ejemplo, la eurogendarmería, todos ellos ya existentes.

Ante esta idea los otanistas, los de siempre y los conversos, saltan enseguida con el vetusto argumento de la duplicación. Les diría que la racionalización militar es un vacío vital, una necesidad urgente a satisfacer, naturalmente si se tiene la convicción de que los europeos no tenemos mejor destino común que Europa. Les añadiría que mejor sería que no fundamentaran su pánico en Europa, sino en un concreto teatro asiático donde paulatinamente se acrecienta el riesgo de dar al traste con la propia Alianza en poco tiempo. Por el contrario, duplicación es eso que el ministro francés Morin señalaba en el diario La Croix en marzo de 2008: "La OTAN debe someterse a una profunda racionalización: coste global, efectivos, número de estados mayores. Recordemos que la OTAN tiene un presupuesto de 2.000 millones de euros, más de 22.000 personas empleadas a jornada completa (para 66.000 personas en operaciones) y cerca de 300 comités diversos".

La nueva plantilla OTAN (en la que, por cierto, España ha salido regular) no disminuye precisamente el número de estrellas de generales y alimenta algunas estructuras ya superfluas, cambiando sus nombres y atribuyéndolas capacidades que ni tienen ni, previsiblemente, tendrán. ¿Y qué decir de la pléyade de grupos de trabajo y mentores de "generación espontánea" que, a lomos de los presupuestos de la OTAN (y nacionales), cabalgan alegremente de aquí para allá no se sabe bien para qué? Verdaderamente, todo esto sí que es una tremenda duplicación.

España presidirá la UE en el primer semestre de 2010. Puede ser una etapa de desarrollo unitario si, felizmente, el Tratado de Lisboa entra en vigor. Uno, al despedirse del mirador y de la atalaya de Estrasburgo, piensa que lanzar y abrir seriamente el camino para el vital proyecto de estructuración militar europea podría ser un gran objetivo de nuestra presidencia. Es una cuestión de voluntad, coherencia y competencia. ¿Las hay?

* Teniente General

http://www.elpais.com/articulo/opinion/Estructuracion/militar/europea/vacio/vital/elpepiopi/20090928elpepiopi_5/Tes

domingo, 2 de agosto de 2009

Un mundo, una Europa

Por: DOMINIQUE MOISI

G-8, G-5, G-20, G-2, G-3 y ahora G-14 (el G-8 más el G-5 más Egipto): nunca las matemáticas del orden mundial parecieron más complejas y confusas.

Kofi Annan, con ocasión del 50 aniversario de Naciones Unidas, en 2005, intentó ajustar las instituciones multilaterales de nuestro mundo para que se adecuen a sus nuevas realidades. Fue un esfuerzo valiente que se produjo demasiado pronto. El mundo industrial del norte todavía no estaba preparado para reconocer el nuevo peso de las potencias emergentes y la necesidad de alcanzar un nuevo equilibrio entre el norte y el sur, entre el este y el oeste.

¿La actual crisis financiera y económica, dada su profundidad traumática y la responsabilidad obvia de Estados Unidos en su origen, creó las condiciones necesarias y un clima más favorable para una refundación importante de las instituciones multilaterales? Es demasiado pronto para confiar en que se produzca un verdadero cambio. Lo que es seguro es que un reequilibrio entre el norte y el sur debe comenzar con una mirada honesta y realista de la situación actual de Europa en nuestro sistema multilateral.

Hoy tenemos a la vez demasiada Europa y demasiado poca Europa, o, para decirlo de otra manera, demasiados países europeos están representados en los principales foros del mundo, con demasiadas voces. En cambio, en términos de peso e influencia, no hay suficiente Europa unida.

A principios de los años ochenta, un ex ministro de Relaciones Exteriores francés, Jean François-Poncet, sugirió que Francia y el Reino Unido abandonaran sus sillas permanentes en el Consejo de Seguridad de la ONU a favor de una única plaza de la Unión Europea. Así Alemania ya no intentaría conseguir la suya propia, Italia no sentiría que la dejaban fuera y la identidad internacional de Europa se fortalecería de modo espectacular. Por supuesto, esto no sucedió. Francia y el Reino Unido no estaban dispuestos a abandonar el símbolo de su estatus nuclear e internacional. Y probablemente hoy estén aún menos dispuestos a hacerlo en nombre de una Unión que es menos popular que nunca, al menos en las Islas Británicas.

No obstante, seamos razonables: lo absurdo de la presencia de Italia en el G-8, sumado al hecho de que países como China, India y Brasil no sean miembros oficiales, ya no es aceptable o justificable. Aún así, debido a esa anomalía, Europa sufre un grave déficit de legitimidad y presencia a nivel internacional.

Obviamente, Estados Unidos no se puede comparar con una Unión que está muy lejos de convertirse en un Estados Unidos de Europa. Pero si el contraste entre los dos lados del Atlántico, entre el continente del "Sí, podemos" y el continente del "Sí, deberíamos", es tan inmenso, es por razones que los europeos se niegan a afrontar o incluso discutir.

La primera es la falta de algo que encarne a la Unión Europea. Sería absurdo comparar al presidente estadounidense, Barack Obama, y al presidente de la Comisión de la UE, José Manuel Barroso, como si fueran iguales. Mientras que Obama debe su elección en gran medida a su carisma, Barroso probablemente se suceda a sí mismo precisamente por su falta de carisma, porque dice muy poco en tantos idiomas. Para los líderes nacionales de la UE cuyo último deseo es tener que lidiar con un nuevo Jacques Delors -es decir, un hombre con ideas propias-, un cero a la izquierda como Barroso es sencillamente ideal para ese puesto.

Pero la UE está pagando un precio altísimo por el anonimato burocrático de sus líderes. Un proceso de creciente alienación e indiferencia entre la Unión y sus ciudadanos está en marcha, ilustrado por el bajo nivel de concurrencia en las últimas elecciones para el Parlamento Europeo. Como consecuencia, hay menos Unión en Europa y menos Europa en el mundo.

Una voz europea fuerte, como la de Nicolas Sarkozy durante la presidencia francesa de la UE, puede marcar una diferencia, pero sólo por seis meses, y a costa de reforzar los sentimientos nacionalistas de otros países como reacción a lo que interpretan como expresión de "orgullo galo".

Así que si los europeos quieren recuperar la confianza en sí mismos, el orgullo y la esperanza colectiva, deben aprovechar la oportunidad que el ajuste necesario e inevitable del sistema multilateral representa para ellos. Deberían hacer de la necesidad una virtud. Por supuesto, una única voz europea en las instituciones multilaterales parece menos realista que nunca: ¿quién la quiere, excepto tal vez los miembros más pequeños de la UE?

Pero la última oportunidad de Europa de ser un actor de peso en un mundo multipolar descansa precisamente en su capacidad para presentar una voz única, unida y responsable. Europa existe hoy como actor económico, no como actor político internacional. Si los europeos se fijaran para sí mismos el objetivo de hablar con una sola voz, de tener un representante en el espectro de instituciones multilaterales -empezando por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas-, los tomarían más en serio.

En la era global, con el ascenso de las potencias emergentes y la relativa decadencia de Occidente, la única Europa que será tomada en serio es una Europa que pueda hablar y ser vista como una.

http://www.elpais.com/articulo/opinion/mundo/Europa/elpepiopi/20090802elpepiopi_5/Tes

sábado, 25 de julio de 2009

Europa pierde peso militar

Por: ANDREA RIZZI

Julio ha sido hasta ahora un mes durísimo para las tropas británicas desplegadas en Afganistán. La muerte de 19 soldados en tres semanas, la mayoría a causa de la explosión de artefactos, ha impulsado en Londres un furioso debate sobre si las tropas del Reino Unido cuentan con equipamiento a la altura de la situación. La imagen del general Richard Dannatt volando por Afganistán en un helicóptero estadounidense -"me habría desplazado en uno británico, si hubiese habido uno disponible", dijo el militar- elevó la polémica al máximo grado. El propio Gordon Brown tuvo que intervenir para calmar las aguas.

Más allá de las escaramuzas políticas sobre el número de helicópteros y blindados británicos disponibles en la provincia afgana de Helmand, el debate en el Reino Unido -junto con Francia, la mayor potencia militar europea- plantea una trascendental pregunta política a todo el continente: ¿en qué estado se hallan los músculos de Europa? ¿Acompañan de manera adecuada su ambición de potencia global? Las estadísticas sobre gasto militar ofrecen una respuesta clara: mientras todas las grandes potencias mundiales han aumentado a ritmos de vértigo su inversión en la última década, Europa gasta hoy lo mismo que hace 10 años. Comparativamente, la fuerza militar europea se está erosionando a gran velocidad.

Los datos son contundentes. China aumentó su gasto militar un 194% entre 1999 y 2008, en términos reales. Rusia, un 173%. Estados Unidos, un 66%. India, un 44%. Frente a esas cifras, en el mismo periodo, Francia incrementó su gasto un 3%; Italia, un 0,4%; Alemania retrocedió un 11%. El Reino Unido avanzó un 20%, debido a su alta implicación en las guerras de Irak y Afganistán. El continente, en su conjunto, registró un avance del 5%. Los datos son del prestigioso Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI). Según ellos, China se convirtió en 2008, por primera vez, en el segundo inversor militar del mundo.

"El gasto militar es impulsado por tres factores básicos", comenta en conversación telefónica Samuel Perlo-Freeman, investigador del departamento de gasto militar del SIPRI. "Estar involucrado en conflictos armados, como EE UU; tener ambiciones de potencia militar global, como China o Rusia; o gozar de un crecimiento económico elevado, que facilite el aumento del gasto militar. Europa no es empujada por ninguno de los tres. Los países europeos han priorizado objetivos por los que no consideran necesario o útil desarrollar su poder militar".

Así, la capacidad de influencia europea a escala global queda siempre más dependiente del llamado soft power que brota del poderío económico y comercial, de la seducción cultural, del atractivo de su particular mezcla entre libre mercado y protección social. Para muchos, eso es positivo. Al respecto, hay opiniones de todo color. Pero los hechos hablan de duros competidores en un mundo menos noble de lo que ambicionan los partidarios del soft power. Un mundo en el que el hard power no cuenta mucho menos que cuando Stalin, preguntado por las relaciones con la Iglesia católica, dijo irónicamente: "¿El Papa..? ¿Cuántas divisiones tiene el Papa?".

"Europa se ha descolgado del ritmo de crecimiento de los demás. Esto es fuente de preocupación", observa desde Francia Yves Boyer, director adjunto de la Fundación para la Investigación Estratégica francesa. "Si queremos evitar una Europa condenada a la decadencia, los Gobiernos tienen que dotarla de medios en los sectores industriales, culturales, diplomáticos, pero también militares. Aunque sea en contra de las opiniones públicas, los Gobiernos tienen el derecho de actuar en el interés estratégico de un país".

La tendencia, sin embargo, muestra un estancamiento absoluto en la última década, y las proyecciones para los próximos presupuestos no la invierten. La crisis económica global reduce más aún el margen de maniobra.

"Pese al frenazo de las inversiones que perjudica la disponibilidad de materiales", prosigue Boyer, "Europa goza todavía de ventajas comparativas en cuanto a savoir faire. Pero incluso el savoir faire necesita medios para mantenerse en el tiempo, y la espiral actual puede ser peligrosa".

Para hacerse una idea de las magnitudes, las cinco principales potencias militares europeas -Francia, Reino Unido, Alemania, Italia y España- con una población equivalente a la de EE UU y un PIB conjunto poco inferior, suman un gasto militar que representa el 40% del estadounidense.

Pese al espectacular crecimiento, China, y más aún India y Brasil, quedan todavía lejos en términos absolutos de Europa como bloque. Pero hay matices: si el gasto se calculara a paridad de poder adquisitivo, el peso relativo de la inversión china o india subiría mucho. Un mismo millón de dólares en distintas manos compra la misma fracción de un cazabombardero, pero paga muchos más salarios de soldados chinos que de europeos.

Por otra parte, es evidente que la suma del gasto militar europeo sigue siendo más una realidad aritmética que política. Pese a que el ascenso de Sarkozy -su acercamiento a la OTAN y a EE UU- facilite el camino para el desarrollo de una defensa común europea, la realidad es que no hay avances significativos en la materia. El esfuerzo militar europeo permanece pulverizado en muchos fragmentos, mientras realidades nacionales cohesionadas y cada vez más armadas surgen en el horizonte.

Fuente: http://www.elpais.com/articulo/internacional/Europa/pierde/peso/militar/elpepuint/20090725elpepiint_7/Tes