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domingo, 17 de abril de 2011

Francia bloquea trenes en la frontera para impedir la llegada de emigrantes desde Italia

Las autoridades francesas han tomado la decisión de bloquear temporalmente todos los trenes procedentes de la ciudad italiana fronteriza de Ventimiglia con el fin de impedir una manifestación a favor de los derechos de los inmigrantes bautizada Tren de la dignidad. El ministro italiano de exteriores, Franco Frattini, ha manifestado su "firme protesta" tras conocer esta decisión. En una entrevista a medios franceses, el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, ha llamado a no "exagerar el peligro migratorio" y ha recordado la necesidad de cumplir con los tratados europeos en materia de inmigración.

Varias asociaciones italianas y francesas habían previsto embarcar junto a unos sesenta inmigrantes tunecinos a bordo de un tren que salía este mediodía de Ventimiglia, la última estación italiana antes de la frontera, con destino a Niza, en el sur de Francia, en defensa de la libertad de acceso al territorio europeo y para "recordar que ningún ser humano es ilegal". Pero la delegación del Gobierno de Alpes Maritimes ha anulado todas las salidas desde esta localidad. La medida se mantendrá en vigor hasta que se haya dispersado la concentración organizada en la estación por los militantes, según ha explicado a la agencia France Presse un controlador de la estación.

La decisión amenaza con tensar un poco más las relaciones franco-italianas. El titular de exterior italiano ha indicado por medio de un comunicado haber dado "instrucciones al embajador italiano en París de expresar la firme protesta del Gobierno italiano". La nota añade que el consulado italiano en Niza "va a activar contactos inmediatos con las autoridades locales para obtener explicaciones sobre este asunto".

Por su parte, el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, ha recordado en una entrevista a tres medios franceses la necesidad de "no exagerar el peligro migratorio" desde la revueltas en el mundo árabe. También ha llamado la atención sobre la obligación de no violar los tratados europeos en materia de derechos migratorios. "Ni Italia ni Francia, hasta ahora, han hecho nada ilegal. Dicho esto, existe un peligro de no respetar el espíritu del tratado de Schengen, la libre circulación [de las personas]", advirtió.

Repartir a los inmigrantes

La concesión de permisos de residencia temporales -de tres meses- a los tunecinos, para que puedan viajar a los países del área Schengen y visitar a "padres o amigos", es una de las medidas adoptadas por Italia para hacer frente a la ola migratoria recibida desde el norte de Africa desde que se iniciaron las revueltas en la zona a principios de este año. Se calcula que alrededor de 25.000 personas, llegadas principalmente a la isla italiana de Lampedusa, han sido redistribuidas por toda Italia.

Roma, que se ha quejado de la falta de solidaridad y del abandono de la UE para gestionar la crisis, decidió conceder permisos temporales de residencia a aquellos inmigrantes tunecinos que llegaron antes del 5 de abril, mientras que los que llegaron después de esa fecha serán en su mayoría repatriados en base a un acuerdo firmado con las autoridades tunecinas.

La UE, y especialmente Francia y Alemania, han protestado por la concesión de permisos temporales de residencia, que permiten a los emigrantes acceder legalmente a sus países. París aseguró que no era suficiente con tener el permiso expedido por las autoridades italianas, sino que los inmigrantes debían cumplir con otros requisitos como tener un pasaporte, contar con recursos económicos propios y justificar el objetivo de su viaje, entre otros. El Gobierno francés advirtió de que "devolverían" a Italia a los inmigrantes que no cumpliesen con estas reglas.

El ministro italiano de Interior, Roberto Maroni, ha reiterado en una entrevista con el canal de televisión por cable SkyTg24 que "la libre circulación" es posible para todos aquellos que cuentan con un permiso temporal. Depués de la negativa europea a su petición de repartir a los inmigrantes, Italia sugirió incluso romper con la UE si no se logra llegar a un acuerdo sobre inmigración. Maroni ha manifestado hoy, sin embargo, la esperanza de recuperar "relaciones amistosas" con Francia en la cumbre que celebrarán los dos países el 26 de abril.

Fuente: http://bit.ly/emTJjE

domingo, 4 de octubre de 2009

El fascismo despierta en Italia

MIGUEL MORA

Más de 55.000 personas afiliadas; decenas de grupos 'ultras' en los estadios de fútbol; bandas de rock nazi o identitario; agresiones contra extranjeros, negros, homosexuales. Bajo el sonriente paraguas de Silvio Berlusconi, vuelven a Italia las consignas totalitarias y la violencia fascista.

La primera imagen del documental Nazirock, filmado por el periodista Claudio Lazzaro, es la manifestación celebrada en Roma, el 2 de diciembre de 2006, contra el Gobierno de Romano Prodi. Ante dos millones de personas, una avioneta enseña el cartel "Silvio, te echamos de menos"; se ven algunas esquelas del "Gobierno Mortadella", se oyen gritos de "Prodi va fan culo", "malditos jueces comunistas", "Gobierno de ladrones y terroristas", "espías del KGB", y "viva il Duce". Luego suena Volare, Berlusconi sube al escenario al son de Azurra libertà, el himno de su coalición, y el líder posfascista Gianfranco Fini se pone poético y define al grupo del que pronto formará parte como una "obra de arte de la libertad".

Después, el líder, sonriente, pelo implantado, zapatos con alzas, 70 años, presenta a los nuevos fichajes de la coalición Casa de la Libertad. Son Alessandra Mussolini, parlamentaria europea, nieta del Duce, líder de Acción Social y promotora de un pool electoral en el que figuran varios personajes de postín: Roberto Fiore, secretario general de Fuerza Nueva, condenado a nueve años por pertenencia a banda armada; Luca Romagnoli, líder del grupo neofascista Fiamma Tricolore, fundado por el fascista Pino Rauti, acusado y nunca juzgado por dos atentados mortales en los años de plomo, y Adriano Tilgher, condenado en 1975 por tratar de fundar un partido fascista, absuelto por falta de pruebas en el proceso del atentado de Bolonia de 1980 (85 muertos).

Como sus amigos, Romagnoli es un hombre con empuje: niega el Holocausto y afirma que Hitler fue un gran estadista. La cámara de Lazzaro le graba subiendo al palco y acercándose a Berlusconi con una bandera de la Fiamma Tricolore. Berlusconi la acaricia y la ondea sin dejar de sonreír. Sabe que ese 2% de los votos que puede rascar con la nueva vieja derecha es oro puro. "Hacía unos meses, Il Cavaliere había perdido las elecciones por 20.000 votos, y para lanzarse al acoso y derribo contra Prodi decidió que no podía renunciar a priori a la extrema derecha", explica Lazzaro. "De modo que los invita al acto y los legitima. Por un puñado de votos".

Apenas trece meses después, en enero de 2008, el Gobierno de centro-izquierda pierde una votación de censura por culpa de un tránsfuga cooptado por Berlusconi. Hay nuevas elecciones. Prodi se retira, y la feroz campaña que agitan los medios y las televisiones de Il Cavaliere, sus protestas contra la inseguridad ciudadana y sus promesas de mano dura contra el inmigrante/delincuente cumplen su objetivo.

Aliado con la Liga Norte y con los posfascistas de Alianza Nacional, Berlusconi gana por amplia mayoría (44%) con su mensaje optimista, xenófobo y personalista en el que no faltan guiños a la Mafia (el último día sostuvo en televisión que Vittorio Mangano, mafioso y asesino convicto, fue un héroe porque nunca le denunció). El Partido Democrático de Walter Veltroni logra 12 millones de votos y un 33%, pero no evita una crisis que dura todavía; la Liga entra al Ejecutivo con su 8%, que se traduce en varios ministerios, entre ellos el de Interior. Forza Nuova obtiene 108.837 sufragios. Y la amiga filofascista de Berlusconi, Daniela Santanché, llega al 2,4% aliada con Fiamma Tricolore. El Caimán ha vuelto.

Mientras el rumbo demagógico que marcó el país entre 2000 y 2005 se pone otra vez en marcha, asoman signos de que algunos usos y costumbres de la Italia fascista (1922-1943) están despertando sin que nadie haga nada por evitarlo. En tres años, de 2005 a 2008, se registraron 262 casos de violencia fascista contra jóvenes de los centros sociales, inmigrantes, gays, gitanos. Y más de cien actos vandálicos contra sedes de partido, lápidas y monumentos partisanos. Cada año, 600.000 italianos dejan su tarjeta de visita en la tumba de Benito Mussolini. Cada domingo, decenas de grupos de extrema derecha toman con sus gritos y su parafernalia nazi-fascista los centros de las ciudades con la excusa de animar a su equipo. Como en España, sí. Pero distinto. El discurso anticomunista de Berlusconi y la retórica racista de la Liga Norte resuenan a todas horas desde los medios del magnate de la televisión y forman una ensordecedora espiral de ruido y furia.

El éxtasis de la nostalgia fascista es la histórica victoria electoral del ex picchiatore (combatiente en las peleas callejeras contra los rojos de los años ochenta) Gianni Alemanno en la segunda vuelta de las municipales de Roma. Por primera vez desde 1943, un fascista (posfascista) se sienta en el capitolio de la Ciudad Abierta. Para festejarlo, sus seguidores suben hasta el Campidoglio haciendo el saludo romano. Berlusconi, que celebra el éxito sentándose en las rodillas a la abeja reina de las velinas, Sabine Began, hace una de sus ocurrentes bromas: "Somos la nueva falange romana".

Unas semanas más tarde, el 1 de mayo de 2008, Nicola Tommasoli, un diseñador gráfico de 29 años, es apaleado por un grupo de jóvenes neofascistas en el centro histórico de Verona. La razón: se había negado a darles un cigarrillo. Tommasoli muere en el hospital y la policía arresta a tres de sus agresores: Raffaele delle Donne, Guglielmo Corsi (ambos de 19 años) y Andrea Vesentini, de 20. Forman parte de un grupo de aficionados ultras del Verona, el Veneto Fronte Skinheads, y habían sido investigados antes por agresiones racistas. Un tribunal acaba de condenar a cuatro de ellos (Vesentini ha sido absuelto) a un total de 50 años de cárcel.

En la banda de Delle Donne, apodado Il Biondino, figuran 17 jóvenes ultras, skinheads y neofascistas; algunos, hijos de empresarios e industriales, otros, de obreros. Según el fiscal de Verona, Guido Papalia, "actuaban como la banda de La naranja mecánica, y esperaban encontrar, si no el aplauso, al menos la indulgencia de sus paisanos".

Verona, la ciudad de Romeo y Julieta, está regida con mano de hierro por un alcalde de la Liga Norte, Flavio Tosi, una de las estrellas emergentes de la formación padana. Tosi pide "penas ejemplares" para los culpables. En 2007, tras ser elegido con el 60% de los votos, había expulsado a los gitanos de la ciudad alegando que "perturbaban la belleza del centro histórico".

La banda se limita a seguir el ideario y el estilo impuesto por los alcaldes-sheriff que dominan el opulento Noreste italiano. Territorio Padania. Camisas verdes (título de otra película de Claudio Lazzaro sobre el racismo lombardo nunca estrenada en Italia). Ciudades-Estado contra los barbarrojas del Sur. Gente como Giancarlo Gentilini, hoy vicealcalde de Treviso, un tipo cordial y gritón, grande como un armario, considerado el regidor más fascista de Italia y que justo en aquellos días inicia, a sus 78 años, su cuarto mandato como sheriff.

En ocho años de alcaldía y cinco de vicealcaldía, la política de "tolerancia doble cero" de Gentilini se ha convertido en el modelo de la Liga Norte y el PDL de Berlusconi para afrontar el complejo fenómeno de la inmigración. "Han salido muchos sheriffitos, pero el auténtico sheriff soy yo", dice Gentilini a este diario en una entrevista realizada en mayo de 2008. Y añade: "Lo he hecho todo aplicando las enseñanzas del fascismo y el catolicismo".

Es decir: "Apliqué el Evangelio según Gentilini, la tolerancia doble cero y el respeto a las leyes. En tres meses desaparecieron los lavacoches y los mendigos, y en un año echamos a los vendedores de falsos de pacotilla y baratijas. Yo no soy xenófobo, pero odio a los camellos, a las prostitutas, el comercio de armas, y no puedo tolerar a los gitanos. De hecho destruí dos campamentos nómadas porque eran refugio de gente que robaba noche y día. No puedo consentir que niños gitanos de seis o siete años roben a nuestros ancianos".

No se trata de folclor. Más allá de la pintoresca pantalla de las velinas y las prostitutas convertidas en candidatas, la caza del gitano y el clandestino ha ocupado al Gobierno italiano durante el primer año de legislatura. Una ofensiva racial en toda regla, alentada por los medios de la derecha y tolerada por los del centro-izquierda, elaborada con medidas como el censo de la población romaní, menores incluidos, y con múltiples disposiciones represivas, todas ellas condenadas (sin mucho énfasis) por los organismos internacionales: continuo desmantelamiento de chabolas sin alternativa de realojamiento, malos tratos y vejaciones policiales, acusaciones falsas y detenciones ilegales, condenas judiciales sin pruebas, reglas contra la mendicidad que contemplan la exacción de los menores a sus familias, nula integración escolar...

Una persecución sistemática, disfrazada de labor humanitaria. No muy distinta, según la ONU, de la emprendida por Bulgaria o Eslovenia, y que, a pesar de las reiteradas condenas del Parlamento Europeo, ha logrado su objetivo principal: echar del país a los gitanos, rumanos sobre todo, hasta dejar una cifra testimonial. Según Roberto Malini, director de la ONG EveryOne, de los 165.000 gitanos que había residiendo en Italia en 2008, hoy quedan cerca de 35.000, italianos incluidos, y la presencia de rumanos se ha reducido al mínimo, "unos 3.000". "Con la excusa de la emergencia, el Gobierno ha dado 24 millones de euros para construir nuevos campamentos-guetos. Y el Consejo de Estado dijo el 5 de agosto que era legal la toma de huellas digitales y la obligación de portar tarjetas identificativas en el pecho con la palabra rom".

En vista del clima reinante, un aficionado ultra se permitió decir hace unos meses en una radio temática de aficionados violentos: "Personalmente, estoy en contra del odio a las personas de color del centro de África... Pero, sinceramente, un gitano destrozado a golpes de cadenas o torturado como un perro, me gustaría". Y añadía: "Qué desgracia que Hitler se preocupara sólo de los judíos y no mucho de ellos".

Si se observa de cerca, la política emprendida por el Gobierno Berlusconi frente a las minorías y los inmigrantes, con el Paquete de Seguridad impulsado por el ministro del Interior Roberto Maroni (Liga Norte), no ha tenido en estos meses gran cosa que envidiar al ideario de Forza Nuova. De hecho, eso afirma el propio portavoz romano de la agrupación (5.500 inscritos), Gianguido Saletnich, que ha respondido a un cuestionario por correo electrónico: "Este Gobierno ha hecho suyas muchas ideas de Forza Nuova, como el cierre de las fronteras a los clandestinos o el uso de militares para vigilar el territorio, cosas que habíamos propuesto nosotros primero en la campaña electoral".

Pero donde el sheriff Gentilini ha creado escuela es en el trato dispensado a los homosexuales. Él fue el primero que acometió una "limpieza étnica de maricones". Lo explicaba así en la entrevista: "Junto al hospital de Treviso hay un aparcamiento, y algunos vecinos vinieron a decirme que había allí hombres y mujeres que de madrugada pedían prestaciones. La gente estaba aterrorizada. Pedí a la comandante de la policía municipal que investigara, me dijo que, en efecto, había allí homosexuales, lesbianas y otras especies de esa categoría, dije que en tres días quería ese lugar liberado, los arrestamos, los identificamos e hicimos la limpieza. Dijeron que soy un homófobo, pero no es verdad. Cada cual es árbitro de su propio cuerpo. Soy incluso favorable a la prostitución libre, pero las efusiones amorosas no pueden realizarse en los espacios municipales. En clubes y casas, lo que quieran, pero sin penalizar a los ciudadanos. Me compararon con las leyes raciales de Hitler. Bah, un ardid para vender periódicos".

Algunos italianos parecen compartir las creencias de Gentilini sobre los homosexuales. En un país donde en nombre de la religión (y de la escasa valentía del centro-izquierda) todavía no hay una ley de parejas de hecho, los gays ya ni sueñan con ver reconocidos sus derechos. El sentimiento lo ejemplifica Roberto Fiore, líder de Forza Nuova, que en una arenga a sus chicos en la película Nazirock afirma: "Levantaremos las barricadas contra el matrimonio homosexual, los valores cristianos son valores santos, son valores príncipe".

En los últimos meses, la falta de reacción oficial ante los continuos ataques que ha sufrido la comunidad gay ha sembrado el pánico en ese sector de la población. Tras el encadenamiento de agresiones (más de 60 sólo este año) en Roma, Florencia, Milán y Nápoles a manos de encapuchados de extrema derecha, las asociaciones de homosexuales han denunciado que en el país "se ha instalado la licencia de agredir gracias a la deriva violenta de la falsa propaganda: un Decreto de Seguridad que no defiende a nadie, la instigación a la violencia escuadrista y la homofobia son las verdaderas alarmas sociales de este país".

El pasado 26 de agosto, una pareja de turistas gays fue agredida por un grupo de jóvenes en pleno centro histórico de Nápoles, ante la indiferencia general. Poco después, un grupo de homosexuales pidió asilo político de forma simbólica en el consulado español de Milán.

La batalla contra el diferente, todo tipo de diferente, es una reivindicación histórica de la Liga Norte. "Su racismo de taberna puso primero en el punto de mira al terrone, el paleto meridional; luego a los albaneses, los negros, los gitanos, finalmente los árabes", cuenta Claudio Lazzaro. La teoría de Gentilini sobre los musulmanes, que se inspira en viejos discursos de Umberto Bossi, líder de la agrupación, es ésta: "Hay que aplicar la religión de Estado eliminando los intentos de construir mezquitas, porque son lugares de encuentro y refugio de gente de la que no se sabe su identidad, ni de dónde vienen. Y es inútil que me digan que una mezquita es como una iglesia, porque ya sabemos que el islam persigue la eliminación del infiel, mientras el cristianismo se inspira en el perdón y la conversión".

La otra petición histórica de la Liga son las patrullas ciudadanas, la llamada justicia fai da te, que el Gobierno ha legalizado finalmente este año creando una encendida polémica. Las patrullas denotan una desconfianza ancestral en las fuerzas del orden estatales. "La Liga siempre ha aspirado a tener su propia policía para controlar el territorio", explica Lazzaro. "Las patrullas son el primer paso".

Berlusconi, que tantas veces ha deslegitimado a los jueces, y que recientemente ha acusado a los fiscales anti-Mafia de usar el dinero público para investigar historias que "sólo intentan hacer daño al país", ha recortado drásticamente los recursos destinados a las fuerzas de seguridad. Los sindicatos policiales han denunciado que nunca desde la II Guerra Mundial habían sufrido semejantes recortes.

A falta de policías, los sábados por la noche, con el buen tiempo, los jóvenes violentos de Verona patrullaban la ciudad en "rondas preventivas" contra los inmigrantes. Hacían la justicia por su cuenta. Pegaban a gente de color, a vendedores de khebab, a italianos del sur. "Les bastaba encontrar a uno que llevaba el pelo largo y la emprendían a golpes", dijo el fiscal de Verona.

El ataque al diseñador gráfico Tommasoli no tuvo siquiera connotaciones políticas. Según la fiscalía, se trató de un acto de violencia gratuita contra alguien que, simplemente, era diferente: "Aunque los agresores tienen símbolos nazis en casa, su única ideología es el odio al diferente", explicó el fiscal. "Al que no se viste como nosotros, no come lo mismo, no habla con nuestro acento, al que, según ellos, ofende el decoro de la ciudad".

"No nos drogamos, no bebemos, somos gente de orden", dijo Delle Donne tras entregarse a la policía. "Un buen chico sin vicios, hijo de la buena burguesía, estudiante, como tantos otros por estos lares que pensaban limpiar el mundo matando gente", apostilló el fiscal.

El Veneto Fronte Skinheads es una organización de extrema derecha "muy arraigada en el territorio". Por desgracia, no es la única. Un informe de los Servicios Secretos reveló hace unos meses que en Italia hay al menos 55.000 jóvenes y 65 grupos ultras de inspiración neonazi y neofascista actuando, sobre todo, en el norte, Trentino Alto Adige y Véneto, pero también en Emilia Romaña, Toscana, Lazio.

El director de la Policía de Prevención, Carlo de Stefano, aclara que el objetivo de esos grupos no tiene ya nada que ver con el fútbol: "Les mueve la violencia en sí misma, contra el distinto por el color de piel, el credo religioso o simplemente la manera de vestir". "No tienen valores culturales ni políticos", añade este jefe antiterrorista italiano, "salvo la discriminación, la xenofobia y el racismo".

El fenómeno preocupa cada vez más a la opinión pública. El libro-reportaje Oltrenero [Más allá del negro], del fotógrafo Alessandro Cosmelli y el reportero Marco Mathieu, cuyas poderosas fotos ilustra este texto; los ensayos de Saverio Ferrari, miembro del Observatorio Democrático de las Nuevas Derechas, o las películas de Claudio Lazzaro ponen de manifiesto que, como ha dicho el escritor siciliano Andrea Camilleri, creador del comisario Montalbano, "Italia nunca ajustó las cuentas con el fascismo, y éste está resurgiendo en formas nuevas".

Ferrari, autor de Le nuove camiccie brune [Las nuevas camisas pardas], que se editó en abril, habla de un salto de calidad y de cantidad en ese fenómeno: "Ha habido dos muertos y siete intentos de homicidio, ya no son sólo ataques contra las sedes de la izquierda. Ahora golpean a las personas: militantes jóvenes, homosexuales, inmigrantes, redskin. La característica fundamental es que cada vez más se ataca con cuchillos, método copiado de las curvas de los estadios, de las aficiones, que monopoliza la extrema derecha. El fenómeno se ha hecho cada vez más nazista y menos fascista, en línea con los otros países europeos. Los que quedaron fuera de la legitimación del posfascismo se han volcado hacia el nazismo, usan iconografías de las SS, copian modelos políticos de los viejos colaboracionistas, como la Guardia de Hierro rumana, y claman contra los judíos. Pese a todo, la derecha del Gobierno se sigue aliando con estos grupos, les sirve de contenedor, les ofrece espacio en el PDL y legitima el racismo y el fascismo. En Milán, hace unos días, Mario Borgezio, parlamentario europeo de la Liga, se ha aliado con un círculo neofascista llamado Cuore Nero".

Al mismo tiempo, la violencia en las ciudades es cada vez menos política, explica Ferrari. "Los jueces han detectado la presencia de bandas criminales en las curvas [de los estadios], que son lugares de comercio y negocios. Por ejemplo, en la afición del Inter, la Juventus, el Milan, que históricamente era más de izquierda y hoy está dominada por Los Guerreros Ultras, una banda criminal sin ideología. No estamos ya ante un fenómeno político cultural o deportivo, sino ante bandas de delincuentes que hacen negocios vendiendo entradas, droga, souvenirs. Aunque muchos grupos neofascistas han hecho proselitismo en los estadios".

Otro de los epicentros del fenómeno es Casa Pound, un movimiento y un centro social neofascista, llamado así en honor del poeta estadounidense Ezra Pound, situado en un edificio ocupado en 2003 en el barrio Esquilino de Roma. Su líder es Gianluca Iannone, periodista, ex miembro del Frente de Juventud (juventudes del Movimiento Social Italiano) y fundador de un sello discográfico independiente y de una banda de rock, los Zetazeroalfa. En sus conciertos, sus seguidores bailan mientras se pegan unos a otros con los cinturones. Iannone ha sido candidato a la cámara de diputados por Fiamma Tricolore y ha fundado Radio Bandera Negra.

El fútbol, el culto a Hitler, la música hardcore y el rock identitario, las ocupaciones de casas, la nostalgia del grupo Terza Posizione, que sembró el terror a finales de los setenta; el Blocco Studentesco, que reventó hace unos meses las protestas estudiantiles contra la reforma educativa del Gobierno; las agresiones continuas, las ideas de la Liga y de Forza Nuova elevadas a leyes de Estado, las frases revisionistas de Berlusconi sobre Mussolini ("no mató a nadie, mandaba a los opositores de veraneo"), y el férreo control de los medios de comunicación que ejerce el primer ministro conforman un panorama confuso, opaco, cada día más inquietante.

En Nazirock, una voz española, la de Manuel Andrino, jefe de Falange, hablando ante el congreso de Forza Nuova, aporta claridad: "¡Adelante, camaradas, hasta el exterminio total de los enemigos!".

"Legitimado, si no alentado desde el poder, cabalgando a lomos de la industria del miedo agitada por los medios de Berlusconi, y azuzado por la ignorancia, el nuevo fascismo italiano ha salido de las alcantarillas", afirma Claudio Lazzaro. "Pero sería erróneo afirmar que estamos en una dictadura y que Berlusconi es un neofascista. La historia no se repite nunca de la misma forma. Estamos frente a algo nuevo, ante una anomalía de los cánones de la democracia equivalente sin duda a lo que el fascismo representó en su día. Es un nuevo tipo de dictadura que trata de eliminar la separación de poderes y de esclavizar a la prensa. Es sin duda una deriva antidemocrática".

"Quizá se pueda llamar empresarismo autoritario", concluye Lazzaro, porque Berlusconi se comporta como un consejero delegado, y considera que la prensa y las televisiones son su órgano de información. En 15 años ha modificado el ADN de los italianos, ha sacado lo peor de nosotros y ya no nos reconocemos. Pero su técnica de marketing político es sencilla, estaba ya en Mi lucha, de Hitler: haz feliz al más ignorante, dirígete al más estúpido de la masa y así llegarás a los grandes números. Se trata de entenderlo, de darle un nombre y de combatirlo. Pero me temo que cuando lo hayamos entendido será demasiado tarde".

http://www.elpais.com/articulo/portada/fascismo/despierta/Italia/elpepusoceps/20091004elpepspor_8/Tes

lunes, 17 de agosto de 2009

Italia: Liga Norte, el odio legalizado

Aunque en otros países de la Unión Europea la inmigración clandestina sea duramente perseguida (Francia es un ejemplo), sólo en Italia es considerada un delito en sí misma. Algunos han indicado que esta ley fue pensada para causar dolor a los inmigrantes, y a pocos días de haberse implementado, los hechos han corroborado la idea, solamente el primer día de vigencia de la ley, un brasileño de 30 años fue atacado y robado en pleno centro de Milán; en el hospital en que se asistió lo denunciaron, fue detenido y enviado a un centro de expulsión junto a otros 11 extranjeros.

La nueva ley de seguridad, impuesta por la separatista Liga Norte en Italia, incita al odio racista y legaliza el "escuadrismo" fascista. La inmigración "sin papeles" fue equiparada a un crimen y patotas de ciudadanos financiados por el Estado ya han salido "legalmente" a cazar a los trabajadores extranjeros. Pero la Liga Norte, que domina a un Silvio Berlusconi debilitado por sus escándalos sexuales, va más allá: su objetivo es -también- discriminar a los italianos del sur, empezando por reducir sus sueldos.

A partir de ahora todo extranjero que no tenga documentos o que simplemente pierda su empleo (y con ello su derecho a permanecer en la península) cometerá un crimen y puede ser perseguido, encerrado hasta 180 días en un Centro de Identificación y Expulsión -en condiciones mucho peores de las de una cárcel-y finalmente expulsado. En tiempo de crisis económica, el pbi italiano cae en picada y los empresarios del norte, que votan a la Liga pero necesitan mano de obra extranjera barata y clandestina para no pagar impuestos, obtuvieron medidas que les permiten chantajear más a los trabajadores: o te sometés (aun más) o te hago expulsar.

Aunque en otros países de la Unión Europea la inmigración clandestina sea duramente perseguida (Francia es un ejemplo), sólo en Italia es considerada un delito en sí misma. A ello hay que agregar la financiación por el Estado de patotas de ciudadanos, llamadas "rondas", que, supuestamente desarmadas, pueden marcar y recorrer el territorio para sustituir a la policía. (Una policía a la que el primer ministro Berlusconi continúa bajándole el presupuesto, al punto que se ha quedado sin gasolina para sus patrulleros.) En su gran mayoría, las "rondas" están conformadas por militantes de la propia Liga o de partidos neofascistas que ahora están amparados por la ley para salir a la calle a pegarle al extranjero.

"Esta ley está pensada para causar dolor a los inmigrantes", denunció el presidente de la Pastoral de los Migrantes de la Iglesia Católica, monseñor Agostino Marchetto. En primer lugar dolor físico, pues ya se cuentan por decenas los episodios de extranjeros golpeados en las calles italianas. Y a pesar de que por ahora no se ha logrado imponer al personal médico la obligación de denunciar a sus pacientes "indocumentados", se sabe que buena parte de ellos han dejado de asistirse en hospitales públicos por temor a ser denunciados, arrestados y expulsados, como ya ha sucedido.

Algunos casos concretos: en aplicación de la ley, una pareja de ancianos italianos de cerca de 90 años, de la provincia de Ancona, le confiscaron la casa porque ambos fueron denunciados por haber albergado a una mujer ucraniana clandestina que cuidaba de uno de ellos, paralítico. El primer día de vigencia de la ley, un brasileño de 30 años fue atacado y robado en pleno centro de Milán; en el hospital en que se asistió lo denunciaron, fue detenido y enviado a un centro de expulsión junto a otros 11 extranjeros; los recién nacidos de madres "clandestinas" corren el riesgo de convertirse en "bebés fantasma", porque no podrán ser legalmente reconocidos por sus padres, no podrán tener atención médica regular ni ir luego a la escuela. La única categoría de "indocumentados" que fue relativamente considerada por la ley es la del servicio doméstico. Y no todos, sino aquellos -mayoritariamente mujeres- que cuidan a ancianos y suplen así a los deficitarios servicios públicos. Hay entre 300 mil y 500 mil mujeres clandestinas en esa situación, provenientes sobre todo de Europa del este y de Perú.

Italia es prácticamente el único país del mundo que no prevé ningún recorrido seguro hacia la integración plena de los ciudadanos extranjeros. Un inmigrante legal (actualmente son 5 millones) que vive, trabaja y paga impuestos en el país puede permanecer décadas sin obtener la ciudadanía ni saber claramente cómo hacerlo. Y si quiere irse o volver a su país de origen pierde todos sus aportes jubilatorios, que si trabaja regularmente está obligado a pagar. Más: al estar vigente el ius sanguinis, un joven nacido en Italia de padres extranjeros inmigrantes legales que no hayan obtenido la ciudadanía, al llegar a los 18 años puede convertirse en "ilegal" y ser expulsado del país en el que nació y vivió.

Ya los centros de Identificación y Expulsión están bajo la lupa de Amnistía Internacional, la Cruz Roja y otras organizaciones humanitarias, que consideran aberrante que una persona que no cometió ningún crimen sea literalmente secuestrada durante 180 días en espera de una expulsión hacia un país del que huyó por motivos políticos o económicos. Estas organizaciones denuncian además que las condiciones de vida de esas personas son infrahumanas: viven hacinadas, en espacios mínimos, tiradas en el piso, prácticamente sin atención médica. Como Mohammed, 30 años, egipcio, que dijo a una organización humanitaria: "Hace seis años que trabajo como albañil en Italia, pero nunca nadie quiso regularizarme. Necesitaba operarme del oído y debí internarme. Me trajeron al centro de expulsión directamente desde el hospital". O Susana, una rom nacida en Italia: "Mi familia vino de Yugoslavia. Yo nací acá, tengo marido y dos hijos pero nunca logré tener papeles. Ahora que me expulsan, ¿qué va a ser de mí en un país extranjero?".

¿Hablás milanés?

Su actual ofensiva xenófoba no le ha hecho perder el norte a la Liga Norte: sus enemigos originarios son los italianos del sur, a quienes acusa de ser culpables de todos los vicios del país, en una carrera en la cual los estereotipos y los lugares comunes asumen el carácter de dogma.

Sicilianos, calabreses, napolitanos residentes en las ricas regiones septentrionales del país deberán ahora someterse a exigencias tales como saber bergamasco o véneto para poder enseñar química o matemáticas a los niños o jóvenes nórdicos. Y peor aun: la Liga promueve la adopción de "jaulas salariales" en función de las cuales por un trabajo similar los sureños (sean funcionarios o trabajadores del sector privado) cobrarán sueldos inferiores a los nórdicos. Y se haría por ley, aunque esa ley viole media docena de artículos de la Constitución. Silvio Berlusconi dio su apoyo a esa iniciativa, antes de desmentirlo, como ha hecho tantas otras veces.

*Periodista y catedrático italiano, desde Roma.