La reciente visita del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, marcó nuevas pautas para potenciar la estrecha cooperación económica que desarrollan Rusia y Turquía desde hace varios años.
Y aunque el intercambio comercial entre ambos países se redujo un 40% a raíz de la crisis económica mundial, Turquía sigue siendo uno de los socios económicos más importantes de Rusia, aventajando incluso a Estados Unidos y al Reino Unido.
Moscú y Ankara tienen planes ambiciosos y aspiran incrementar su comercio bilateral hasta US$100.000 millones en el plazo de cinco años.
Tras la firma de convenios sobre la participación de Turquía en la realización del gasoducto South Stream (Corriente Sur) y la cosntrucción de un segundo ramal para el gasoducto existente Blue Stream 2 (Corriente Azul 2) a través del territorio turco, ahora, Rusia y Turquía deben cumplir una tarea más complicada, es decir, hacer realidad los planes previstos.
Probablemente, en la cita de Moscú, las partes volvieron discutir asuntos sobre la construcción del oleoducto Samsun-Ceyhan. Desde los últimos años, Turquía en reiteradas ocasiones ha invitado a Rusia a participar en este proyecto que empezó a desarrollarse en 2007 y debe concluir en 2011. Pero la parte rusa todavía no ha dado una respuesta afirmativa.
No pocos esfuerzos habrá que hacer para realizar el acuerdo bilateral suscrito el pasado mes de agosto sobre la construcción de la primera central nuclear en Turquía con tecnología rusa, que prevé la construcción de cuatro reactores de 1200 megavatios de potencia cada uno.
De acuerdo a los protocolos bilaterales firmados durante la visita del primer ministro ruso Vladímir Pútin a Ankara (agosto de 2009), la central nuclear se construirá en las proximidades del poblado Akkuyu, sobre la costa del mar Mediterráneo.
Según varias fuentes, el consorcio ruso Power Machines prepara propuestas para participar en proyectos de construcción de centrales termoeléctricas y hidroeléctricas en Turquía. Se trata de la central termoeléctrica Afsin-Elbistan (4 bloques de 300 MW cada uno), la central termoeléctrica Orhaneli (1 bloque de 200 MW), la central hidroeléctrica Pembelik (2 bloques de 54 MW cada uno), la central hidroeléctrica Derekoy (3 bloques de 35 MW cada uno). Además, el consorcio también está interesado en suministrar las turbinas para la central nuclear turca (4 bloques de 1,2 gigavatios cada uno).
Para realizar estos planes es necesario garantizar vías de transporte fiables del respectivo equipo y maquinaría para las obras de construcción, entre otras cosas.
Rusia y Turquía tienen intenso tráfico marítimo. Decenas de toneladas de cargas se transportan diariamente por el mar Negro desde los puertos rusos hacia los turcos y viceversa.
Sin embargo, para realizar obras de construcción tan importantes con mayor eficacia se necesita un sistema estable de transporte terrestre. Después de que Rusia y Georgia suspendieran sus relaciones, es posible organizar el transporte sólo a través del territorio de Azerbaiyán y Armenia, lo que, a su vez, requiere arreglar el conflicto de Alto Karabaj.
Durante todo el año pasado, los mandatarios de Azerbaiyán y Armenia se reunieron en varias ocasiones, con la participación de Rusia como mediadora. A veces, daba la impresión de que las partes estaban a punto de firmar un acuerdo que impulsaría la normalización de las relaciones bilaterales. Pero estas esperanzas no llegaron a ser realidad.
De otro lado, Armenia y Turquía alcanzaron un progreso notable en la solución de sus problemas. Hace poco, el Tribunal Constitucional de Armenia convalidó los protócolos turco-armenios que estipulan normalizar las relaciones bilaterales. Ahora le toca a Turquía dar los pasos correspondientes.
Según sus máximos dignatarios Ankara ratificará los protocolos con Armenia siempre y cuando esta nación devuelva los territorios ocupados pertenecientes a Azerbaiyán.
Sin embargo, hace poco, el titular de Asuntos Exteriores turco, Ahmet Davutoglu, anunció, durante su visita al Reino Unido, que "el Gobierno turco hace todo lo posible para aprobar los protocolos sin condiciones previas".
"Queremos crear una región en que sea posible viajar tranquilamente en coche desde Bakú, capital de Azerbaiyán, hasta la ciudad turca de Kars atravesando Alto Karabaj, Ereván y Najichevan", añadió. Pero resulta imposible hacerlo sin tener en cuenta la postura de Azerbaiyán.
A juzgar por todo, el Kremlin decidió explicar a Armenia las oportunidades que obtendría esta república caucasiana al aceptar las condiciones formuladas por los países copresidentes del grupo de Minsk de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) liberando cinco de las siete zonas ocupadas de Azerbaiyán.
Este es el tema central de la agenda del viaje que el titular ruso de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov, realiza a Armenia. Bakú está a la expectativa, sin adelantarse al desarrollo de los acontecimientos.
Los políticos turcos, después de visitar Moscú, suelen viajar a la capital de Azerbaiyán o llamar por teléfono a altos cargos del Gobierno de este país para consensuar sus posturas con el más allegado aliado de la región. A raíz de la visita del primer ministro turco a Rusia, en la situación actual es muy probable una llamada telefónica entre Moscú y Bakú.
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