viernes, 30 de octubre de 2009

The War Condolences Obama Hasn’t Sent

By Amy Goodman

U.S. Army Reserve Spc. Chancellor Keesling died in Iraq on June 19, 2009, from “a non-combat related incident,” according to the Pentagon. Keesling had killed himself. He was just one in what is turning out to be a record year for suicides in the U.S. military.

In August, President Barack Obama addressed the Veterans of Foreign Wars convention, saying, “[T]here is nothing more sobering than signing a letter of condolence to the family of [a] serviceman or -woman who has given their life for our country.” To their surprise, Jannett and Gregg Keesling, Chance’s parents, won’t be getting such a letter. Obama does not write condolence letters to loved ones of those who commit suicide in the theater of combat. [After making inquiries, the Keeslings discovered that this was not because of an oversight. Instead, it’s because of a longstanding U.S. policy to deny presidential condolence letters to the families of soldiers who take their own lives.]

Jannett told me: “Chancellor was recruited right out of high school, and this was something he was passionate about, joining the military. I wanted him to go to college, but he said that he wanted to be a soldier.” Gregg added: “We had doubts about him joining. ... When the war broke out in 2003, when many of us were trying to retreat, Chancy decided, ‘This is my duty.’ ... But once he did his first tour ... his marriage broke up during that deployment.”

Chance was very troubled during his first tour of duty in Iraq, although he performed admirably by all accounts. At one point he was put on a suicide watch and had his ammunition taken away for a week. After Iraq, Chance declined a $27,000 reenlistment bonus and transitioned to the U.S. Army Reserves, hoping to avoid another deployment. He sought and was receiving treatment at a Veterans Affairs facility. Gregg said, “We sat down as a family, and we said, ‘President Obama is going to be elected, and President Obama will end this war, and you won’t have to go.’ ” But then his son’s orders to deploy came again.

Current laws prevent transfer of mental health information from active-duty military to the reserves, so Chance’s commanders did not know of his previous struggles. Last June, troubled again, he sent his parents a dire e-mail, mentioning suicide. Jannett recalled: “I spoke to Chancellor the night before he died for about four minutes. And as always, he wore a really tough exterior. ... But what he did tell me that night is that he was going to have a very long, difficult day. His conversation was quite brief. Normally he would say that he loves me, and he would say goodbye. But this time he simply hung up.”

The next morning, Gregg said, Chance “locked himself in the latrine and took his own life, with his M-4 ... our grief is deep. The letter won’t stop [our pain]—we’ll still be hollow inside for the rest of our lives, but the acknowledgment from the president that our son gave his life in service to the causes of the United States is important to us.”

The Pentagon admits to a mounting suicide crisis in its ranks. Numbers of acknowledged suicides have steadily climbed, from fewer than 100 in 2005, by one report, to nearly 200 in 2008, with a like number among Iraq and Afghanistan veterans. Gregg Keesling said that when he and Jannett went to Dover Air Force Base to greet Chance’s coffin, a master sergeant encouraged him to speak out, saying: “I’m greeting a suicide body almost every day. There’s something going on.”

The Keeslings credit Maj. Gen. Mark Graham with helping them through their grief, and working to reduce the stigma of suicide within the military. One of Graham’s sons committed suicide in 2003, while studying as an Army ROTC cadet in college. His other son, also in the Army, deployed to Iraq months later and was killed by a bomb not long thereafter. But the GI Rights Hotline, which advises active-duty soldiers on options for leaving the military, says outside psychological professionals can help suicidal soldiers obtain a medical discharge: “The military wants to know whether the patient can perform their duties without causing trouble, embarrassment or expense. His or her welfare is distinctly less important.”

The United States is engaged in two intractable, massive military occupations, with no end in sight. Obama should certainly write letters of condolence to the Keeslings and to others whose loved ones have found that the only sure way to end the living hell of war, or to escape the horror of its aftermath, is to kill themselves. But an immediate withdrawal from the wars Obama inherited is the only way to stem the bleeding.

Denis Moynihan contributed research to this column.

Amy Goodman is the host of “Democracy Now!,” a daily international TV/radio news hour airing on more than 800 stations in North America. She is the author of “Breaking the Sound Barrier,” recently released in paperback.

http://www.truthdig.com/report/item/20091027_the_war_condolences_obama_hasnt_sent/

El avispero de Af-Pak

CARLOS MENDO

Peshawar, Rawalpindi, Islamabad, Kandahar, Kabul. Son nombres que, hasta hace poco, había que recurrir para encontrarlos a la literatura de Rudyard Kipling -un paquistaní de Lahore si hubiera nacido en nuestros días-, o a los capítulos de la magna obra de Winston Churchill sobre la historia de los pueblos de habla inglesa dedicados a la aventura colonial británica en el sur de Asia, que se plasmó en la creación del British Raj o administración inglesa, que abarcaba desde Afganistán a la actual Myanmar.

Hoy, esos lugares protagonizan una serie casi diaria de matanzas indiscriminadas de civiles, hombres, mujeres y niños inocentes, masacrados unas veces en nombre del fundamentalismo islámico más extremista y otras por el odio intertribal alimentado por la etnia pastún, mayoritaria a ambos lados de la famosa línea Durand, que teóricamente divide Pakistán y Afganistán. Y digo teóricamente porque la frontera de más de 2.500 kilómetros que separa a los dos países a lo largo de la línea trazada en 1893 por el entonces secretario del Exterior del gobierno británico de la India, sir Mortimer Durand, para poner fin a la guerra anglo-afgana nunca ha sido totalmente aceptada por ninguno de los dos gobiernos por ambiciones territoriales de Afganistán y Pakistán sobre las zonas pastunes a ambos lados de la frontera.

Y para añadir gasolina a la hoguera existe otro factor de riesgo, que desestabiliza aún más, si cabe, la situación: la desconfianza genética de Pakistán, y en especial de sus fuerzas armadas, hacia la India, producto de tres guerras entre los dos países -dos por Cachemira y una tercera por la desmembración del Pakistán Oriental, hoy Bangladesh-, desde la partición del subcontinente decretada por Gran Bretaña en 1947 y que dio lugar al nacimiento de las dos naciones.

Buena prueba de esa desconfianza es que, a pesar de los mortales ataques talibanes en el corazón de las principales ciudades del país, dos terceras partes del Ejército paquistaní siguen concentradas no sólo en Cachemira sino en el resto de la frontera con la India. La ofensiva para reconquistar el valle del Swat en el centro del país fue contundente y todo un éxito para sus fuerzas armadas. La actual en Waziristán adolece de debilidad como si se pretendiera, en opinión de expertos militares occidentales, más que destruir a la guerrilla talibán, eliminar sólo a su cúpula. Como declaró el pasado viernes el enviado especial para la zona Richard Holbrooke, Estados Unidos está tratando de averiguar si el Ejército pretende simplemente "dispersar" a los militantes (de Waziristán) o, por el contrario, busca su destrucción, como desearía Washington. Después de todo, no sería la primera vez que los servicios secretos paquistaníes han utilizado a los talibanes para desestabilizar las zonas fronterizas de Afganistán y como agentes terroristas en la Cachemira india. A pesar de que Estados Unidos bajo la Administración Obama ha fundido acertadamente en una sola política, Af-Pak, la estrategia para los dos países y a pesar de una ayuda de 7.500 millones de dólares a Islamabad para los próximos cinco años, la cúpula militar paquistaní, cuyas relaciones con el Gobierno civil del presidente Asif Alí Zardari, se deterioran por momentos, es renuente a emplearse a fondo en las zonas tribales.

Y tiene motivos para esa renuencia, que nace de la desconfianza hacia la fiabilidad de Estados Unidos como aliado de Pakistán en el futuro. No sólo no comprenden que Washington, que recientemente ha consagrado a la India como potencia nuclear a pesar de no ser firmante del Tratado de No Proliferación, no presione a Nueva Delhi para conseguir un acuerdo en el tema de Cachemira, sino que recuerdan la estampida de Estados Unidos en Afganistán una vez consumada la retirada soviética del país en 1989. Y las indecisiones de Obama en la definición de una nueva estrategia y en el envío de tropas a Afganistán, unida a la suicida actitud abandonista predominante en los países europeos de la Alianza Atlántica integrados en la ISAF, no hacen sino incrementar ese temor paquistaní.

Éste es el panorama que ha encontrado Hillary Clinton en su primera visita como secretaria de Estado a Islamabad, saludada por los terroristas con una matanza de cerca de 100 personas en Peshawar el día anterior. Y las promesas de amor eterno o las declaraciones de que "la lucha de Pakistán es la lucha de Estados Unidos" son necesarias y oportunas. Pero, por sí solas, no van a cambiar la percepción del problema. Se trata de una cuestión de liderazgo, que imprima una confianza basada en la determinación. Y ese liderazgo y esa determinación están ausentes, por ahora, en Washington.

http://www.elpais.com/articulo/internacional/avispero/Af-Pak/elpepiint/20091030elpepiint_11/Tes#

(Ver Video) Narcotráfico en Afganistán


La producción de drogas crece en Afganistán con la presencia de la OTAN y EEUU.



http://perunet.tv/el-teatro-del-mundo/narcotrafico-en-afganistan.html

lunes, 26 de octubre de 2009

George W. Bush, el motivador

Carlos Chirinos

BBC Mundo, Washington

Una pregunta que cada tanto se hacen en Washington es ¿qué estará haciendo el ex presidente George W. Bush?

En enero entregó al presidencia y se mudó a Dallas, Texas; estaba vendiendo su rancho de Crawford y busca fondos para el proyecto de su biblioteca presidencial, un centro de estudios al que se dedican todos los ex mandatarios estadounidenses. Pero en específico se sabe poco de las actividades de Bush.

Al menos este lunes hubo una respuesta clara: el ex presidente hizo su debut en el circuito de conferencistas en el que suelen terminar muchos inquilinos de la Casa Blanca retirados con una charla en Forth Worth, Texas.

Pero en su caso Bush no habló de asuntos que enfrentara en la Casa Blanca, sino de motivación, mas específicamente sobre “cómo dominar el arte del liderazgo efectivo”, de acuerdo con la información suministrada por la empresa que organizó el evento.

Motívate

Las conferencias de la empresa Get Motivated (Motívate, podría ser la traducción) se realizan en grandes centros de convenciones o estadios, son una verdadera puesta en escena en la que se combina música, efectos especiales de iluminación y fuegos artificiales.

“Este mega-show motivacional contiene más fuego inspirador que un taco de dinamita”, asegura la página web de la empresa, establecida en Florida y fundada por los esposos-socios-conferencistas Tamara y Peter Lowe.

El de Bush fue un seminario para “aumentar la productividad y el ingreso”, como prometía la promoción, por el que el expresidente recibió unos US$ 100.000 por los cuarenta minutos que tomó su intervención.

En la sesión en Forth Worth estuvieron también el ex alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani y el ex secretario de Estado de Bush, el General retirado Colin Powell.

Carismático pero impopular

Pero con todo y esos recursos teatrales, ¿qué puede decir un ex gobernante que haya dejado el poder en medio de una de las mayores olas de rechazo experimentada en la historia reciente dentro de EE.UU. y en el resto del mundo? podrían preguntarse algunos.

“Lo que Bush más motivó en los últimos tiempos fue a votar por Obama”, dijo a BBC Mundo un conferencista y autor estadounidense de libros de autoayuda que prefirió no identificarse para “no crear innecesarias polémicas” que puedan afectar “los negocios”.

“No sé si Bush es bueno o malo como conferencista. Sólo sé que obtuvo un triunfo dudoso, puso en marcha unas políticas muy cuestionadas y sin embargo ganó con más votos y ya sin dudas el segundo mandato”.

“Esa manera de imponerse a la corriente puede resultar inspirador para algunos” afirmó el autor, quien no participó en la conferencia de Forth Worth y asegura no haber trabajado para Get Motivated.

Para millones de estadounidenses de tendencia conservadora Bush fue un presidente “ejemplar” que supo defender a su país de la amenaza del extremismo, como demostraría la ausencia de atentados desde septiembre de 2001.

Más allá de simpatías políticas o afinidades ideológicas, pese a esa mala imagen que puedan tener algunos del ex presidente republicano, Bush es un líder carismático y como tal es capaz de engancharse con el público

Hablando en “mexicano”

En sus discursos Bush siempre lograba caer “simpático”; dominaba a la audiencia “bromeando” y hasta terminaba burlándose de sí mismo cuando cometía algunos de esos gazapos que tanto explotaba la prensa y de los que hay varios libritos de recopilación.

Es curioso que un político que nunca fue considerado muy brillante con el lenguaje (una vez se negó a responder en “mexicano” durante una Cumbre del Tratado de Libre Comercio de América del Norte) entre al círculo de conferencistas.

Pero el éxito de Bush radicaba entre otras cosas en que se vendía como un “hombre simple”, casi de pueblo podría decirse, sino fuera por las raíces familiares de alcurnia en el negocio petrolero.

Los organizadores de Get Motivated parecen confiar en la capacidad de convocatoria del polémico ex presidente, tanto que lo tienen en la lista de personalidades para una charla que se realizará en diciembre en San Antoniom, Texas.

http://www.bbc.co.uk/mundo/internacional/2009/10/091026_1921_bush_conferencista_lf.shtml