El mundo sigue marcando récords en sus gastos militares. En 2008, los gastos en armas en el planeta sumaron 1.464 billones de dólares, es decir, el 2,4 % del Producto Interior Bruto (PIB) mundial, y que supone un incremento del 45 % en comparación con los gastos en armas en 1998.
Estas cifras fueron reveladas en un reciente informe del Instituto de Investigaciones de la Paz de Estocolmo (SIPRI). Según los analistas suecos, el factor principal que influyó en el aumento de los gastos militares a nivel global ha sido la guerra en Iraq, el retorno de Rusia a la arena internacional y el cada vez más creciente poderío de China.
Es indudable que esos factores han influido, sin embargo, las razones que han determinado la tendencia global ha sido el aumento de la tensión en el mundo actual.
Según el SIPRI, los mayores gastos militares en 2008 los hizo Estados Unidos con 607.000 millones de dólares, con una notable diferencia sigue China con 84.900 millones de dólares, Francia con 65.700 millones de dólares, Inglaterra con 65.300 millones de dólares y Rusia en el quinto lugar con 58.600 millones de dólares.
Dividido en dos bandos antagónicos hace 25 años, el mundo se vio inmerso en la denominada "guerra fría", y a pesar de que costó muchos esfuerzos y gastos, al fin de cuentas las dos grandes potencias, la una con respecto de la otra se convirtieron en un factor estabilizador.
Ambas potencias controlaban a los países de su área de influencia y a pesar de la enorme cantidad de armamento acumulado y la dureza de la retórica, los conflictos locales en el mundo eran relativamente pocos.
El desmoronamiento del bloque socialista en la Europa del Este y, posteriormente, el colapso de la Unión Soviética alteró la correlación de fuerzas existente y en aumentó considerablemente la posibilidad de nuevos conflictos en el mundo.
Los nuevos países intentaron llenar el vació que surgió lo que irremediablemente condujo a nuevos conflictos locales, en particular en el territorio de la extinta URSS.
Los conflictos alcanzaron su punto máximo a medidos de la década de los años 90 y la estadística aproximada es la siguiente: de 1972 a 1974 hubo entre 25 y 30 conflictos sen el mundo, entre 1985-1986 de 30 a 35, de 1992 a 93 los conflictos se dispararon a 45-50 conflictos, ya después de la segunda mitad de la década de los años 90 ocurrió un descenso de los conflictos, cuyo número de nuevo comenzó a crecer a partir del comienzo del nuevo milenio.
Los países adversarios de la URSS en tiempos de la Guerra Fría emprendieron una política expansionista.
Según opina un grupo destacado de expertos, si para ese tiempo hubiera existido una "URSS fuerte", no habrían ocurrido los conflictos en los Balcanes y en el Golfo Pérsico porque con su influencia, Moscú no habría tolerado la agresión de Sadam Hussein contra Kuwait y en consecuencia se podría haber evitado la operación Tormenta del Desierto y también la intervención de tropas internacionales en el conflicto de Yugoslavia.
A finales de los años 90, se manifestó de forma muy clara la aspiración de la OTAN y, antes que todo, de EEUU de resolver sus problemas mediante el empleo de la fuerza, aprovechando la indiscutible ventaja de su potencial bélico. Tras el S-11, esta política desató la invasión de EEUU a Afganistán e Iraq.
El objetivo inicial fue la liquidación las organizaciones terroristas, pero esas invasiones no pudieron poner fin al terrorismo mundial. Ahora, ambos países afrontan una cruenta una guerra civil alentada por una intervención extrajera, para algunos una invasión, que se ha convertido en un foco de terrorismo al ocasionar muchas muertes entre la población civil.
En consecuencia, el creciente peligro de que puede ocurrir nuevos conflictos militares, desde el sureste asiático hasta la América Latina, ha estimulado a muchos gobiernos a aumentar sus gastos en defensa, mejorar el armamento y la preparación de sus Fuerzas Armadas.
Además del incremento de los conflictos, en el aumento de gastos en defensa influye la subida de los precios del armamento y tecnología militar de última generación, lo que explica la situación cuando se reducen las compras por unidad armamento y al mismo tiempo, se disparan los gastos de defensa.
Basta decir que un caza moderno cuesta de 30 hasta 100 millones de dólares y mucho más, cuando hace 25- 30 años, el precio de un aparato de ese tipo, máximo superaba los 8-10 millones de dólares, lo que influyó en el aumento de los gastos de defensa incluso en condiciones de devaluación del dólar los últimos años.
Como resultado, EEUU que actualmente destina en defensa y armamentos más de 600 millones de dólares esta obligado a reducir paulatinamente la cantidad de armamento desde portaviones hasta vehículos blindados, y esto también ocurre con otros países entre ellos Rusia.
Al mismo tiempo, como vemos, la reducción de la cantidad de armamento y los arsenales de los países desarrollados no contribuye a que aumente la estabilidad en el mundo.